Vamos, decidme, con qué cuento en esta vida si veo ya que mis sueños no tienen salida, si veo que por mucho que tengas un nivel, para vivir de lo que quieres necesitas un papel en el que ponga máster en no se qué; sí, a veces debería perder la fe, no lo sé, si solo veo tierra en mis zapatos...

Abrazos de posibilidad acabada en fracasos, ilusiones hechas mil pedazos y la rabia de más de mil portazos me acortaron mis pasos. La confianza en uno mismo no se debe perder, pero si te desilusionas no la volverás a ver; crecí sin razón y ahora con (el doble de) dieciséis me llena la desmotivación. Canción tras canción veo tu propia desesperación reflejada en un espejo de una fuerte depresión, en ese cauce seco, vacío de esperanzas, tiras una lanza a tu favor y sólo ves que tus metas no las alcanzas, y te arrodillas en tu alfombra para rezar a Dios. Crece ese lamento adentro del corazón y tú tiras de ese carro de la desmotivación. Si te desmotivas y no encuentras la salida, entonces piensas, ¿qué coño hago con mi vida? Antes contaba con cosas que ahora no cuento, el abrazo de un amigo estaba vivo por aquellos tiempos. Es triste que con (el doble de) dieciséis esté desmotivado pero he vivido mucho y ese mucho es demasiado, en la calle, me arropo de semáforos y aceras, de frases que no nacen solas y relojes que no esperan. Un público impaciente que pide más canciones, y tú sentado al borde de tus limitaciones pierdes los estribos, salen las emociones y estás hasta los cojones de ver niñatos molones grabando discos a montones cuando no son nadie. Y tú que te lo curras te dan por culo en la calle. Hasta aquí. Es la letra enterita de una canción de Kid Masta, que por cierto, la busqué en internet pero... no pude copiar y pegar. La escuché unas veinte veces de tirón para escribirla.

Y a la vigésima vez de escuchar el tema de Kid Masta, a los hechos me repito y a los dichos me remito; como Jaimito, pero el de los chistes, no mi amiguito el del burro. Que sí, que están del copón el Platón, el Aristóteles, el Nietzsche y el Manolo Cabezabolo. Como el froid que se llamaba Freud, el más listo del mundo. Y Aznar y Savater y la madre que los hizo. Nada que objetar, nada que discutir, sólo una leve apreciación, ¡que os den fuego! Me quedo con las rimas de un gangsta de dieciséis años, con Maquiavelo, con el Leonidas de las Termópilas, con Fagu pedo, con Joze a punto de ser secuestrado y con un ttik, ttik, ttik... Me quedo con el Charolito, con Maisha haciendo freestyle, con Fer y su polla culminada en una cuchilla de afeitar y con Haizea queriendo pintar una bandera española. Eta zurekin «laditx». O es que, acaso ¿sirve mi opinión para algo? ¿Sirve de algo pensar que piensas -y escribirlo- para que cualquier otro te lea y piense que ha pensado? ¿Y si acaba -el o la lectora- dándose cuenta de que eres gilipollas? Vamos, decidme, con que cuento en esta vida si veo ya que mis sueños no tienen salida, si veo que por mucho que tengas un nivel, para vivir de lo que quieres necesitas un papel en el que ponga máster en no se qué... ¿O no?

Ongi etorri Iñaki, ongi etorri Arnaldo, ongi etorri Egoi.