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ANÁLISIS | Carta de PNV, EA, EB y Aralar a Zapatero

La primera papeleta electoral llega al buzón de La Moncloa

Iñigo Urkullu, que leyó parte de la carta en nombre de los cuatro partidos, anunció que el miércoles irán a Madrid para presentar también alegaciones propias contra el recurso del Gobierno español y del PP. En la misiva, PNV, EA, EB y Aralar piden a José Luis Rodríguez Zapatero una reunión «a celebrar a la mayor brevedad, habida cuenta de la gravedad de la situación denunciada»

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Iker BIZKARGUENAGA

La carta abierta que PNV, EA, Ezker Batua y Aralar han remitido al presidente español, más que una iniciativa en defensa de la consulta, parece su acta de defunción. Estos partidos piden una reunión «urgente» a José Luis Rodríguez Zapatero y buscan la «solidaridad» de una ciudadanía que pronto será llamada a otras urnas.

Si alguien esperaba que la solemne puesta en escena que ayer protagonizaron en el Hotel Carlton los máximos dirigentes del tripartito y Aralar -a excepción de Javier Madrazo, que delegó su presencia en Kontxi Bilbao- iba a preceder al anuncio de una contundente iniciativa en defensa de la Ley de Consulta, no tardó en caer en la cuenta de su error. Porque remitir una carta abierta al presidente español para explicarle las bondades de una iniciativa -que, por cierto, sus promotores no hacen sino devaluar cada día que comparecen ante la prensa- y pedirle una reunión «urgente» para disuadirle de que levante el bloqueo que él mismo ha impuesto, más que un acto en defensa de la consulta parece la firma de su acta de defunción.

Y es que, a estas alturas, nadie puede pensar que José Luis Rodríguez Zapatero, que cada vez que ha tenido ocasión le ha dicho a Juan José Ibarretxe que el único lugar donde tiene cabida su propuesta es el cajón donde escondió su primer plan, se va a caer del caballo como San Pablo camino a Damasco, va ver la luz y va recular en sus posiciones. No parece probable.

Al contrario, la misiva que PNV, EA, Ezker Batua y Aralar han enviado a La Moncloa, y más aún la comparecencia de ayer en Bilbo, si tienen alguna virtud es la de poner negro sobre blanco quién decide sobre lo que se hace o se deja de hacer en este país, y demostrar la impotencia que los gobernantes de una parte del mismo tienen para hacer algo más que pedir al mandatario español de turno que les tome «en consideración» y no vete sus iniciativas.

Porque, como dijo Unai Ziarreta en su turno de palabra, lo que Zapatero ha hecho ha sido pasar de impedir que la sociedad vasca pueda decidir su futuro a prohibir incluso que pueda opinar sobre el mismo.

El líder de EA calificó la situación de «extraordinariamente grave» pero, aunque a continuación valoró que el PSOE tiene perdido este debate de cara a la opinión pública vasca, lo que sucede es que a este partido y a su secretario general eso no les importa lo más mínimo, cuando Zapatero manda, Madrid decide y desde Gasteiz le piden «una reunión».

El tamaño de la respuesta que el cuatripartito ha dado al veto de Madrid queda reflejado en la intervención de Kontxi Bilbao. En nombre de su partido -se supone que también en el de los otros tres-, la ya casi ex parlamentaria de Ezker Batua realizó cuatro emplazamientos al presidente español. «Que nos reciba, que nos escuche, que nos tome en consideración y que recupere las señas de identidad de la izquierda». No parece un pulso que al interpelado le resulte difícil de soportar.

Bilbao, en su intervención, también recordó al líder del PSOE que «cuando él fue nombrado presidente del Gobierno recibió una carta de ETA pidiéndole un diálogo para avanzar hacia la paz, y Zapatero, el presidente del Gobierno, les atendió». «Ahora, las cuatro formaciones aquí representadas creemos que tenemos el mismo derecho o más para que se nos dé una oportunidad similar». Una «oportunidad similar» a la de ETA es lo que piden los partidos que gobiernan en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. A unos kilómetros de allí, desde el santuario de Loiola, Ibarretxe sostenía que dar vía libre a su consulta es «una forma de quitarle el protagonismo político» a la organización armada.

En cualquier caso, más allá de las palabras, a lo que Iñigo Urkullu, Joseba Egibar, Belén Greaves, Unai Ziarreta, Rafa Larreina, Kontxi Bilbao, Patxi Zabaleta y Aintzane Ezenarro miraban desde el abarrotado salón del hotel que hace setenta años fue sede del Gobierno Vasco era a la cita electoral que más pronto que tarde va a llevar a los ciudadanos y ciudadanas de la CAV ante las urnas.

Es por ello que la carta se remite constantemente a la sociedad vasca y pide su «solidaridad» ante la cerrazón de Zapa- tero, «que como todo el mundo debe saber es el único y exclusivo responsable de la situación que hoy denunciamos».

La carrera electoral ya ha comenzado, y los partidos tratan de posicionarse. Para ello, nada mejor que una carta abierta... a los y las electoras.

En este contexto político pre-electoral, Iñigo Urkullu sabe que con una izquierda abertzale ilegalizada y, según se anuncia todos los días, sin posibilidad de concurrir a los próximos comicios -o al menos de ocupar sus escaños-, la posibilidad de que el PSE y el PP obtengan una mayoría suficiente para gobernar es bastante alta. Porque Ibarretxe o el candidato que el PNV tenga a bien presentar a los comicios autonómicos, no va a obtener los 600.000 votos que le regaló el pavor a ver a Mayor Oreja de lehendakari. Muchos de los que votaron en 2001 al de Laudio ya han visto para qué se utilizaron sus papeletas.

Por eso, la jugada del PNV puede pasar por convencer al PSOE de que no le hace falta ir de la mano del PP, y que la formación jeltzale puede ser el socio más leal cuando hace falta. El partido que anteayer cumplió 113 años, eso sí, querría llegar a ese escenario de colaboración en la próxima legislatura como primera fuerza política y al frente de la Lehendakaritza, para lo que necesita obtener al menos un escaño más que el PSE en las elecciones.

Y para ello, los de Urkullu necesitan recuperar a algunos de sus votantes menos resignados -o más desengañados- ante la deriva que este partido ha protagonizado en los últimos tiempos, y que en las últimas citas electorales decidieron quedarse en casa.

Por eso, en los próximos meses el PNV va a escenificar una confrontación con el PSOE, o más concretamente, con el propio Zapatero, en quien los jeltzales han personificado la batalla mediática sobre la consulta. Pero sin tirar demasiado de la cuerda o, como ha insistido Andoni Ortuzar en las ultimas semanas, sin echarse al monte, no vaya a enfadarse el socio deseado y decida ir más allá de las carantoñas con un PP que está ansioso por tocar poder.

Los que no deben estar muy cómodos en esta situación son los dirigentes de EA, que han sido con mucho quienes desde el principio más abiertamente han salido en defensa de la inicitiva del lehendakari, y a los que la «respuesta» acordada con sus socios les habrá dejado un poco fríos. Es de suponer que este partido aspirará a pescar en las elecciones algunos votos de la izquierda abertzale, apelando para ello al «voto útil» abertzale, un discurso que les será difícil mantener yendo de la mano de quienes quieren pasar cuanto antes la página de la consulta.

Por esta razón, y a fin de mantener en la medida de lo posible un discurso propio, el partido de Unai Ziarreta ha anunciado para esta misma mañana la presentación de una campaña por el derecho a decidir que va a desarrollar este verano.

Para EA, además, la situación podría volverse complicada si quedara al margen de un eventual acuerdo entre PNV y PSE, y con una evolución electoral descendente y cada vez menos poder institucional.

Ezker Batua tampoco pasará por alto el escenario que se pueda abrir tras las próximas elecciones autonómicas, y está modulando su discurso para mantener la posibilidad de entrar en el próximo gobierno, esté liderado por el PNV, por el PSE, o incluya a ambas formaciones.

Aralar, por su parte, no parece estar en condiciones de negarse a salir en una foto como la de ayer, al margen de lo que se diga en la misma y aunque en el texto suscrito por los cuatro partidos se hable de «la organización terrorista ETA», unos términos que hasta ahora había eludido utilizar. El partido de Patxi Zabaleta, que parece que a sus socios sólo les interesa para que haga alusiones a la izquierda abertzale, probablemente esté esperando ser generosamente recompensado en Nafarroa.

El PSE, por contra, aguarda satisfecho a ver cómo se va clarificando el escenario. El partido de Patxi López sabe que en este momento todas las bazas están en su mano, porque la amputación de una parte importante del cuerpo electoral de este país hace que las combinaciones para gobernar, salvo improbables pactos PNV-PP o una espectacular voltereta en las urnas, pasan invariablemente por ellos, y conoce también que sus contrincantes no van a mover un dedo porque los simpatizantes de la izquierda abertzale puedan votar a quien ellos y ellas realmente quieren.

Por eso, sus portavoces se permiten tratar con disciplencia al tripartito y marcarle el camino que debe recorrer. Ayer, el parlamentario Oscar Rodríguez calificó la carta abierta del tripartito y Aralar a Zapatero de «acto de propaganda», y se congratuló porque al haber presentado sus alegaciones al recurso de la Ley de Consulta, el Gobierno de Lakua y los partidos que lo componen «han reconocido los órganos constitucionales».

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