Maite SOROA
Ahora, la cadena perpetua
La conversión al estilo de Saulo aporta siempre un puntito de fanatismo en el converso. Es lo que tiene caerse del caballo y darse una costalada. Que se lo pregunten si no a Edurne Uriarte, que ayer en el periódico «Abc» clamaba por la cadena perpetua. Por lo menos.
Según escribe Uriarte en su comentario «del asesinato de Carrero a la liberación de De Juana Chaos el balance es inquietante. Ni los gobiernos, ni el Parlamento ni el poder judicial han estado a la altura del proceso (...) ¿cómo es posible que en estos treinta años de los terrorismo nadie haya querido plantear la cadena perpetua?» Que se lo pregunte, por ejemplo, a «Gatza» Sagardui. Uriarte busca sus propias explicaciones: «La respuesta, a mi entender, es clara: los partidos han tenido siempre un complejo de fondo ante el nacionalismo vasco incluidas sus formas terroristas. La insistencia en negar el carácter político de ETA y dejarla reducida a un hecho de banda criminal y mafiosa venía a demostrar la cobardía intelectual y moral de los partidos democráticos. En el fondo se esperaba que diera resultado un tratamiento policial y judicial no excesivamente riguroso. Se esperaba que los chicos díscolos, coyunturalmente entregados al Terror, volvieran a la casa del padre, esto es, a las formas razonables del nacionalismo». No se me ocurre una melonada de mayor calibre para empezar este mes de agosto. ¿A ustedes?
No les pone las cosas nada fáciles a los políticos españoles, sean de un color u otro, porque, dice, «el tributo de vidas, pagado por los socialistas y los `populares' al nacionalismo no disculpa los enormes errores de ambos. Los primeros han querido representar siempre la `centralidad' en un caso donde ésta no es posible porque el PNV y ETA tienen lazos de sangre; los segundos no han querido volcar su enorme fuerza en el resto de España por miedo a ser tratados de continuadores del franquismo. Por supuesto, ni los unos ni los otros han querido plantearse la aplicación de la cadena perpetua a los autores de `asesinatos políticos'». La verdad es que les basta con la «doctrina Parot», aunque a Edurne Uriarte le pueda parecer poco.