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«Resaca» en la ola migratoria global

El fenómeno migratorio, con todos los matices que le confiere su complejidad, afronta un nuevo ciclo marcado por factores asociados principalmente a la certificación a pie de obra de la crisis en los sistemas económicos occidentales. De esta manera, y a diferente velocidad según el lugar donde se establezca la medición, algunos indicadores de peso constatan ya lo que podría denominarse la «resaca» de la ola migratoria global. Los inmigrantes que salieron de sus países acuciados por la necesidad comienzan a regresar a sus hogares porque en el «mundo desarrollado» para ellos sólo crece la miseria, el rechazo y la opresión.

Debido, en parte, a las fuertes restricciones legales que pesan sobre el fenómeno de la inmigración, resulta complejo cuantificar con exactitud el caudal de los flujos humanos. Pero es precisamente la represión la que aporta uno de los primeros datos: en el año 2000 se registraron en Estados Unidos 1.640.000 detenciones fronterizas de personas que pretendían entrar «ilegalmente» en el país. El pasado año, esa cifra se redujo a la mitad. Y la Banca aporta la segunda referencia: el Banco de México afirma que en 2006 las tres cuartas partes de los emigrantes realizaban envíos regulares de dinero a sus familias. Apenas dos años más tarde, sólo la mitad ha podido mantener esos envíos como consecuencia del severo deterioro del mercado laboral: más paro y sueldos menores. En cifras globales, el Banco Mundial estima que en 2007 las remesas supusieron un ingreso de un billón de dólares para los países pobres y prevé que el próximo año descienda hasta los 800.000.

Pero el económico no es el único factor que impulsa la reversión de los flujos. Aunque imposible de expresar en cifras, aumenta la hostilidad a la que se enfrentan los inmigrantes en los países de «acogida», se endurece la presión de las leyes estatales para impedir la inmigración y la xenofobia se extiende a capas cada vez más amplias de las «sociedades avanzadas». Ante este panorama, para muchos el desarraigo ya no merece la pena.

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