La tromba de agua que cayó sobre Gasteiz en torno a las seis de la tarde fue de las que en un día normal meten miedo y obligan al más pintado a guarecerse en casa. Pero ayer, lejos de aguar la fiesta a los gasteiztarras, la lluvia fue bien recibida por los vecinos y vecinas de la capital alavesa, que tuvieron que hacer frente a un calor sofocante durante toda la jornada.

Ayer era el día grande de las fiestas, jornada en honor a la Virgen Blanca, que estuvo trufada de actos institucionales y de carácter religioso, como el Rosario de la Aurora, que reunió a miles de madrugadores a primeras horas de la mañana en su procesión por las principales calles de Alde Zaharra, y la ofrenda floral a la Virgen, en la que tomaron parte las cuadrillas de blusas y neskas. En el interior de la iglesia de San Miguel, el obispo de Gasteiz, Miguel Asurmendi, dijo su habitual homilia.

A algunos kilómetros de allí, en el recién estrenado centro de interpretación de la naturaleza «Ataria», en Salburua, se celebró la recepción municipal a las autoridades a cargo del alcalde, Patxi Lazcoz. El primer edil aprovechó la presencia de representantes institucionales para pedir que apuesten «de manera decidida» por Gasteiz como, a su parecer, se ha hecho en las últimas décadas con Bilbo y Donostia.

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Ajenos a estos actos religiosos e institucionales, miles y miles de gasteiztarras y visitantes volvieron a salir a la calle para disfrutar del ambiente festivo.

Cuadrillas de blusas y de neskas anduvieron durante toda la jornada recorriendo la capital alavesa precedidos de las insustituíbles txarangas, mientras aquellos con los ánimos más pausados se acercaron a enclaves habituales como la plaza de los Fueros, donde todos los días hay exhibición de aizkolaris. Otro de los puntos que más gente está atrayendo es la plaza Juan de Aiala, con su zoco árabe, sin olvidarse del recinto de las txosnas, que un año más se han superado en su oferta, o el Gaztetxe, que ofrece actuaciones todas las noches. Ayer era el turno de Musikherria.