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Raimundo Fitero

No es mi día

Intento apuntarme a cualquier categoría, sección o subgénero tanto por el cómputo de mis medidas, de mis costumbres, de mis parentescos o mis deficiencias morfológicas y genéticas, pero no consigo dar con mi día. Hay algunos días que me afectan, en los que me siento casi identificado, hasta algo concernido, pero aquello de decir, hoy es mi día, todavía no lo he logrado. Quizás, con el tiempo se instaure el día de los que no tienen su día, y me pueda manifestar plenamente integrado.

Por fin se ha roto con un maleficio bíblico, se ha restaurado una opresión social y educacional, se ha reconocido la existencia de unos seres humanos que siendo como nosotros, incluso de nuestro mismo color de piel y categoría social, por el detalle de utilizar la mano izquierda para realizar sus habilidades han quedado arrinconados, han sufrido vejaciones, han sido expulsados de las aulas, castigados con ejercicios extras, hasta se consideraban pecadores cuando no poseídos por el demonio por la simple razón de ser zurdos. O zurdas. Así se fomenta la discriminación y se fundamenta una ideología. La derecha es la que manda, la buena, la que bendice, y la izquierda es subsidiaria. Y desde ahí hasta los genocidios solamente hay una pequeña afición extremista.

Ahora ya existe el día del zurdo, una reivindicación que no debe tomarse en broma ya que se trata de un número amplio y creciente de la población del globo terráqueo, incluidos los osos polares que deben ser todos zurdos. La máquina herramienta, los utensilios más utilizados están pensados solamente para los diestros. Y es un problema para los zurdos, de tal manera que hay comercios especializados, páginas web dedicadas a tratar sus asuntos. En fin que seguramente pueden nombrar a Rafa Nadal como su icono representativo, entre otras cosas porque solamente es zurdo para la práctica del tenis y para todo lo demás diestro, lo cual no deja de ser una paradoja más, una muestra de la capacidad de aprendizaje que, en teoría, poseemos los seres humanos para poder adaptarnos a cualquier circunstancia. El problema es que los zurdos natos viven en un mundo hecho al revés de sus tendencias naturales. Viva la zurdería.

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