Pegados a la pantalla
Mitomanía
Asier AIESTARAN
Si antes no lo era, Michael Phelps ha acabado de convertirse en un mito. El torpedo de Baltimore es ya el deportista que más oros olímpicos ha logrado en la historia de los Juegos superando a nombres como Mark Spitz, Carl Lewis, Larysa Latynina o Paavo Nurmi. Y es que la tendencia a la mitomanía de los aficionados al deporte, entre los que me incluyo, es bien conocida. Yo particularmente, además de idolatrar a varios deportistas, siempre he sentido una gran admiración por una especie en vías de extinción. Me refiero a esa clase de hombres que, tras iniciar la jornada con un sol y sombra a las seis de la mañana, son capaces de pasar doce horas trabajando en la obra a pecho descubierto, para rematar la faena con un compadreo que pocas veces baja de los diez txikitos. Nunca aparecerán en grandes titulares, pero su capacidad es digna de admiración, sobre todo, para los que enfermamos cada vez que hay viento del norte.