Tenis Finales
El reinado de Rafael Nadal empieza con el oro olímpico
Elena Dementieva se lleva el oro y Rusia logra el pleno en categoría femenina
Arnaitz GORRITI | BILBO
La coincidencia viene que ni pintada. En vísperas de su coronación oficial como nuevo número uno del mundo, el mallorquín Rafael Nadal se aposentó en el trono del tenis olímpico. En un escenario reservado para los elegidos, Nadal alcanzaba la gloria sin contestación tras derribar en Beijing al último resquicio del trayecto, el chileno Fernando González, al que derrotó en poco más de dos horas por 6-3, 7-6 (2) y 6-3.
Nadal, poseedor de los cuatro últimos Roland Garros y el instaurador de un nuevo orden en Wimbledon, salió a la «arena» dispuesto a liquidar a su adversario por la vía rápida. Pero González no suele torcer su brazo pronto. El empuje forma parte de su condición, y no es ninguna broma su logro de tres medallas olímpicas -de todos los colores-.
Pero el manacorí rompió el servicio de su rival a las primeras de cambio. Resguardó su saque, que no cedió en todo el partido y cerró el set sin mayores contratiempos (6-3).
No obstante, el partido concedió una opción al chileno. Con 6-5 a su favor, fue en el décimo parcial, cuando tuvo 15-40, dos puntos de sets. Nadal se defendió y forzó el tie break, que se llevó con facilidad, 7-2, ante un rival desmoralizado.
Nadal nadó a favor de corriente en el último set, en cuanto firmó la primera rotura. Pese a los dos puntos de partido que salvó el chileno, la victoria del «número uno» del tenis mundial era cuestión de tiempo.
La «Zarina» Dementieva
La delegación rusa -y el mundo entero- lamentó la ausencia de su estrella, Maria Sharapova, por lesión. No obstante, las compatriotas de la siberiana han dado un paso al frente, copando el podio al completo. Elena Dementieva se llevó el oro en categoría femenina individual, erigiéndose como la «Zarina» del tenis femenino en Beijing.
Dementieva, que ya fue bronce en Sidney 2000, se proclamó campeona olímpica al imponerse a su compatriota Dinara Safina por 3-6, 7-5 y 6-3.
La moscovita, séptima jugadora del circuito, tardó una hora y 40 minutos en doblegar a su compatriota, que ofreció una fuerte resistencia y que se adelantó en el marcador tras adjudicarse el primer set. Pero aún quedaba mucha tela por cortar.
Sin caer en la desesperación por el set perdido, Dementieva fue aplacando el ímpetu con el que inició el choque Safina, que desperdició un puñado de ocasiones para encarrilar el segundo set y cerrar el encuentro. La paciencia fue el arma perfecta con la que Dementieva contrarrestó la fogosidad de su adversaria, forzando la rotura del saque, que supuso el punto de inflexión de la final.
En el desempate, la vencedora adquirió una clara ventaja aunque su rival equilibró. La rotura en el séptimo juego fue ya insalvable para Safina, que no pudo evitar el triunfo de Dementieva.
Por si el «derbi» de la final fuera poco, la delegación rusa -que, curiosamente, hasta ayer únicamente contaba en sus antecedentes olímpicos con el bronce de Dementieva en Sidney- copó el pleno con el triunfo de Vera Zvonareva, que superó a la china Na Li en dos sets por 6-0 y 7-5. Zvonareva se impuso sin demasiados problemas, ante la desesperación del numeroso público que había acudido al centro de tenis para ver una medalla local.
Pese a no brillar en el «mano a mano», las hermanas Venus y Serena Williams lograron el premio dorado en la final femenina de dobles. Las estadounidenses se lucieron a costa de las españolas Virginia Ruano y Anabel Medina, que no llegaron a competir en ningún momento, mientras que las norteamericanas aprovechaban la coyuntura para arrasar a sus rivales.
El dueto estadounidense se merendó a las hispanas, que quedaron en evidencia con un resultado escandaloso de 6-2 y 6-0. La consecución de la medalla de plata fue lo único que dio alegría a una pareja que fue un juguete en manos de las Williams.