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Loreto Aramendi y Jesús Martín Moro clausurarán mañana el Ciclo de Órgano de la Quincena

La Catedral del Buen Pastor acogerá mañana, a las 20.30 horas, el último concierto del Ciclo de Órgano de la Quincena, que ha estado centrado en la integral de las obras para este instrumento compuestas por Messiaen.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Mañana finalizan el Ciclo de Órgano y el Curso de Órgano Romántico que cada año se celebra paralelamente al mismo. Esta edición ha sido especial, ya que ambas iniciativas han celebrado el cuarto de siglo de su nacimiento con un programa especialmente ambicioso, que incluía la integral organística del compositor francés Olivier Messiaen, probablemente la más grande, difícil y exigente de todo el siglo XX.

Un proyecto que Esteban Elizondo comenzó a mover hace dos años, «porque una empresa de esta envergadura no se puede hacer con menos de un año de antelación» -explica-, y para el que ha contado en su totalidad con intérpretes de Euskal Herria y Catalunya, lo que, asegura, «da fe del nivel interpretativo de los organistas de aquí».

Además, los organistas de Euskal Herria tienen a su disposición la que quizá es la mejor colección de órganos románticos del mundo. Eso es, al menos, lo que afirma el estudio realizado por un prestigioso profesor de la Sorbona. «En Gipuzkoa hay un impresionante patrimonio organístico -confirma Elizondo-. Se conservan algunas piezas que son obras maestras únicas, como el órgano barroco de Ataun, pero, sobre todo, tenemos una gran colección de órganos Cavaillé-Coll, uno de los mejores constructores del XIX, y estos instrumentos se conservan en su estado original, sin transformaciones, lo que los convierte en una colección singular que no existe en ningún otro lugar de Europa».

Una iniciativa en alza

Fue precisamente este patrimonio riquísimo el que animó a Elizondo, catedrático de Órgano del Conservatorio de Donostia, a crear el curso y el ciclo hace veinticinco años. «Poseíamos órganos únicos y había que conservarlos, y la mejor manera de hacerlo era tocándolos, porque un órgano es como un coche, si lo guardas veinte años en un garage, se estropea».

Las primeras ediciones, a mediados de los ochenta, no fueron fáciles, porque había que buscar un público y, como recuerda Elizondo, «por aquella época costaba mucho que la gente se metiera en una iglesia a escuchar un órgano». Ahora la cosa ha cambiado radicalmente, se han modernizado los conciertos con pantallas gigantes que retransmiten lo que sucede en el coro y, en las últimas ediciones, han recibido público de lugares tan remotos como Canarias o EEUU, llegados expresa- mente para disfrutar de la cita con los Cavaillé-Coll.

En lo que respecta al curso, han recibido alumnos hasta de Japón. Algo debido al prestigio que, edición tras edición, ha ido ganándose el curso, sobre todo en en el Estado francés, de donde llegan gran parte de los alumnos que recibe cada año, atraídos no sólo por la colección de órganos en los que van a poder tocar, sino también por la calidad de los profesores.

Pero, aunque el Ciclo y el Curso se hayan consolidado, sus organizadores siguen con un ojo puesto en el futuro. «Constantemente realizamos pequeños cambios de adaptación, en función de lo que requiere el ambiente internacional del órgano en cada momento -explica Elizondo-. Trabajamos a dos o tres años vista, con el fin de traer a la mejor gente». Algo fundamental si se quiere hacer de Euskal Herria un centro neurálgido del órgano romántico.

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