Aseguran los expertos que el secreto está en hacerlo con mucho mimo y mucha paciencia. Dicho así, parece fácil, pero siempre hay alguien que lo hace mejor que los demás, al menos, a juicio del jurado. Y esta vez quien mejor se defendió en el Arenal bilbaino con el bacalao en la cazuela fue Javier Rodríguez, un vecino de Santutxu que, ayudado con sus compañeros Paco Bragado y Gorka de la Hera, fue ayer galardonado con la makila que le reconoce como Señor del Bacalao, al recibir la mayor puntación conjunta entre los certámenes de bacalao a la vizcaina y bacalao al pil pil: en el primero, el jueves, quedó en esa misma posición; ayer, su pil pil fue segundo, y así su puntación conjunta fue la más alta.

A pesar de la incertidumbre que el cielo arrojaba sobre la capital bilbaina desde la mañana, el esperado concurso de bacalao al pil pil, todo un arte culinario, se saldó con nada menos que 64 cazuelas, 15 más que bajo la lluvia del año pasado.

Al final, el jurado decidió que el mejor plato fue el presentado por Edu González, un veterano de Algorta que recibió los 250 euros y la txapela como quien ya se esperaba la noticia. Por detrás de él, el campeón de campeones Javier Rodríguez; tercer puesto para José María Negrete, de Algorta; cuarto para Begoña Mendibil, de Gamiz, y habitual cada día en el Arenal; y quinto para Jesús Gallego, de Bilbo.

Txomin Barullo, la mejor

En la otra clasificación, en la que el pique se traslada a las konparsas, quien mejor destreza mostró en la cazuela fue la de Txomin Barullo, que también repitió en quinto lugar, y que destronó a la de Uribarri, ganadora en la anterior edición y que esta vez no obtuvo ni diploma `olímpico'. El segundo mejor bacalao lo presentó Kobeta Mendi, seguido de Satorrak -primeros en el de chipirones y segundos en el de bacalao a la vizcaina- y Tintingorri.

Premiados y no premiados, lo que unió a todos los participantes fue después el dar buena cuenta de las cazuelas preparadas, algunos en el propio recinto del Arenal, donde aprovecharon para encender también la parrilla y comer en pleno centro de Bilbo, algo imposible cualquier otro día del año. Eso sí, algunas cazuelas, como seguramente la de la cuarta clasificada, Begoña Mendibil, o la del séptimo, Txomin Meabe, su marido, la degustarían en algún restaurante a precio de oro... como el que les pagan también a ellos.