Ya han terminado. La próxima cita es de aquí a cuatro años en Londres. Si la gala inaugural nos pareció un gran espectáculo interdisciplinar, con sus partes pregrabadas incluidas, la de despedida ha sido bastante más anodina, y en cuanto a lo televisivo, podemos decir que pocas innovaciones hemos detectado en las retransmisiones. Los lenguajes de todos y cada uno de los deportes están totalmente experimentados por las realizaciones de anteriores encuentros de atletismo, natación u otros, de orden europeo o mundial, por lo que empieza a ser bastante difícil que exista algo más que leves variaciones, casi siempre para mejorar o para incorporar más puntos de vista, es decir, más cámaras en el desarrollo de las carreras de pista, piscina o campo.

Incluso podríamos asegurar que una retransmisión de las televisiones comerciales de un partido de fútbol en temporada de las ligas más importantes de Europa proporcionan mejores y más detalladas realizaciones, que las presenciadas en estos días. No así en al piscina, o en la pista de atletismo, donde sin ser grandes aportaciones sí hemos visto más posibilidades de encontrar detalles en los primeros planos, más pormenorizados y de mayor calidad. Probablemente sí que se haya superado en calidad de imágenes, en limpieza, más que en lo que se refiere a la dramaturgia, la narración en imágenes. Y siempre se producen disfunciones en cuanto hay varios deportes o pruebas simultáneas, y la elección de la realización sigue unos protocolos jerárquicos bastante obvios y lógicos, aunque los locutores se empeñen, siempre, por desprestigiar a los otros.

Por lo tanto y de modo subjetivo, para algunos lo que más ha destacado como innovación china han sido las banderas autopropulsadas. Es decir, unos mástiles con motorcito de aire que hacen que flameen las enseñas como si estuvieran en un lugar con vientos alisios. Un buen truco. O un buen recurso, según se mire, pero que incorporaban dinamismo y empaque imperial. Una bandera caída se parece demasiado a un trapo, pero inhiesta, en movimiento, es una representación simbólica magnificente. El invento tiene futuro y lo veremos pronto en los todo a cien de la política.