Los más gigantes despidieron la fiesta ante los más pequeños
No son ni Marijaia ni el Gargantúa, pero siguen siendo también los reyes y reinas de la fiesta. Son los gigantes, hasta 42, venidos de distintos puntos de la geografía vasca y que ayer a mediodía bailaron y danzaron en la tradicional concentración de gigantes que despide Aste Nagusia, con permiso de la Señora de la Fiesta que anoche fue devorada por las llamas. Cientos de familias no perdieron una cita ya clásica de fin de fiestas, esta vez bajo un sofocante calor.
J.V. |
«La concentración de gigantes que se celebra el último domingo y día de Aste Nagusia supone la despedida de las fiestas para la grey infantil, muy por encima del deslavado entierro de Marijaia». Y tal y como recoge en sus páginas el programa festivo, ayer, último día de fiestas, los gigantes volvieron a atraer por las calles del Casco Viejo y hasta el Arenal a familias enteras, arrastradas por los más pequeños de la casa. Hasta 42 gigantes venidos de distintas partes de Euskal Herria participaron en la ya tradicional concentración, en la que de nuevo irrumpieron al Arenal desde la calle Bidebarrieta, con los erraldoiak de Deustu a la cabeza. Ahí danzaban abriéndose paso el ``Alcalde'' y la ``Txakolinera'', seguidos por los dos gigantes amurriarras de Aldunak, los cuatro de Bermeo, los de Donostia, Iruñea, Tutera y, cómo no, cerrando tan alta comitiva, los de Bilbo, que cada mañana tras las dianas visitan en kalejira el recinto festivo. Y entre todos ellos, escurridizos, los cabezudos con sus traidoras vejigas que no respetan ni a pequeños ni a mayores.
Hasta 58 kilos de peso
Cada compañía de gigantes que honró con su visita al Gargantúa bilbaino bailó un vals delante de las cientos de personas agolpadas a ambos lados de la calle, para luego, todas juntas, despedirse también bailando y girando como peonzas que marean incluso a los propios porteadores. Éstos se van relevando con cada vals y es que el peso de estos gigantes no es nada desdeñable. También varía de unos a otros. Los de Amurrio, por ejemplo, oscilan entre los 42 y 44 kilos de peso; los de la Comparsa de Bilbo, más conocidos por el público bilbaino, andan sobre los 53 kilos; y los que más cuesta mover si al peso nos atenemos son los del barrio iruindarra de la Txantrea, cada uno de ellos de nada menos que 58 kilos de estructura.
Ayer no era el día festivo dedicado a los más pequeños, que no lo hay en Bilbo, pero como si lo fuera. La cita de la concentración de gigantes tiene una cruz en el calendario, porque aunque siendo menos vistosa que el más moderno desfile de la Ballena, los gigantes y cabezudos, lo mismo que el Gargantúa, permanecen «como señas de la identidad colectiva».
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La comitiva por el Casco Viejo y el Arenal la abrieron los cuatro gigantes de Deustu, mientras que la compañía de Bilbo la cerró con sus ya clásicas figuras