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Miguel Castells Arteche Amigo personal de José Bergamín

Bergamín en Euskadi

Bergamín, en un libre ejercicio de autodeterminación, ya cortadas las amarras y quemadas luego las naves, se vino aquí, y aquí se sintió en casa y encontró su pueblo. «Pueblo vivo porque pelea por serlo», decía

Nuestra relación personal, que dio lugar a una intensa amistad, se inició hacia el año 1978. Desde los primeros contactos José Bergamín dejó claro su compromiso en la lucha por la independencia de Euskadi.

Una consecuencia de ese compromiso fue su renuncia pública al título de Comendador de las Artes y Letras de Francia, que en su día se le otorgó por el ministro Malraux. En septiembre de 1979 Teresa Bergamín llevaría, en su Dos Caballos, desde Madrid a «Egin» en Hernani, copia del telegrama remitido a París. En el telegrama José Bergamín comunica, con la renuncia, su «indignada protesta por la criminal persecución que se les hace [por Francia] a los refugiados vascos».

Un buen día, cuando ya llevaba un tiempo participando en la contienda del pueblo vasco, José Bergamín me dijo que quería vivir en Euskadi. Le respondí que aquí ya estábamos suficientes y que a él le necesitábamos defendiendo la causa vasca desde Madrid. Esta conversación se repitió en varias ocasiones y en la última José me dijo que en Madrid no podía hacer nada, que en los artículos que le publicaba el periódico «El País» le suprimían, sin advertirle previamente, los párrafos que trataban de Euskadi y que luego le visitaba Javier Pradera para explicarle que la supresión se la habían hecho por su bien. Y José Bergamín, en un libre ejercicio de autodeterminación, ya cortadas las amarras y quemadas luego las naves, se vino aquí, con su hija Teresa, y aquí se sintió en casa y encontró su pueblo. «Pueblo vivo porque pelea por serlo», decía Bergamín.

La lucidez, la coherencia y la honestidad caracterizaron el pensamiento y la conducta de Bergamín. José Bergamín fue un poeta lúcido. Fue lúcido en muchos órdenes de la vida y por supuesto no fue sólo poeta; pero sabida es la relevancia de determinados poetas en la lucha por la libertad de los pueblos. Martí, Telesforo de Monzón, valgan como cita de ello, cada uno en su circunstancia concreta.

La lealtad de Bergamín, a quien estuve muy unido, por el trato y en el afecto, sus últimos años, y cuyos últimos momentos no olvidaré, me obliga a resaltar su entrega a la causa de la independencia vasca, que defendió con la pluma y con la acción. Para rememorar, recomiendo la lectura de dos libros: el titulado «Escritos en Euskal Herria», colección de escritos de Bergamín, seleccionados por Sánchez Erauskin, y la obra del propio Sánchez Erauskin «José Bergamín ángel rebelde», en la que se recoge, entre otras intervenciones, la participación de Bergamín en actos de HB.

José Bergamín vino a vivir y vivió en Euskadi participando en la lucha del pueblo vasco. Hizo de Euskadi su tierra y fue su voluntad que, al final de sus días, diéramos a su cuerpo tierra en Euskadi. Hace ahora 25 años se cumplió aquel deseo.

Creo que en el modo de entierro también respetamos lo que Bergamín hubiera querido. Una comitiva muy larga de vehículos, circulando lentamente, acompañó los restos corporales desde la vivienda del nº 2 de la calle Pedro Egaña de Donostia hasta el cementerio de Hondarribia. Abría la comitiva el vehículo, un sencillo Panda, que ocupaban la hija de José Bergamín y las enfermeras que le asistieron en su enfermedad final. En algunos puntos del trayecto, grupos de personas esperaban el paso, respetuosos y portando ikurriñas. En el cementerio ofició de cura popular Balentxi y tomó la palabra Txillardegi, que expresó el reconocimiento a José Bergamín por integrarse en el pueblo vasco y luchar por su libertad. Sobre el ataúd y en la tumba una espontánea extendió la ikurriña y, puño en alto, cantamos el Eusko Gudariak.

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