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Irati Aranzabal Zuloaga compañera de Iñaki De Juana Chaos

Unos señalan, y otros...

¿Qué sucedería si todos estos datos, con las consecuencias que me han supuesto, se filtrasen en medios de comunicación abertzales y refiriéndose a personas nacionalistas españolas? Pues Euskal Herria tiene la desgraciada experiencia del cierre de «Egin», Egin Irratia, «Ardi Beltza» y «Egunkaria» sin razón alguna, pero con justificaciones de ese tipo

No es nada novedoso que los medios de comunicación españoles y también los vascongados a su servicio mientan, manipulen e intoxiquen sobre la situación que vive Euskal Herria, en general, y sobre la de los represaliados políticos vascos y sus familias en particular.

Pero lo que ha venido sucediendo en relación a la excarcelación de mi compañero, Iñaki, y la extensión de los ataques mediáticos, policiales y judiciales contra su familia, contra mí, ha adquirido una envergadura que evidencia una vez más que vivimos en un estado de excepción en el que todo vale para destruir al disidente, un Estado en el que las alcantarillas dominan y dirigen el sistema, un laberinto de cloacas en las que engordan sus servidores.

Hasta ahora he guardado silencio. Por miedo a que se malinterpreten mis palabras. A que se pueda hacer una lectura interesada de ellas. Por no dar bazas a ese Estado carroñero.

Pero tampoco quiero que se pueda utilizar aquel refrán de «quien calla...». Y mucho menos quiero que los fascistas crean que con sus técnicas nos pueden silenciar a los independentistas, a los abertzales, a los euskaldunes que tenemos una nación y todo el derecho a vivir en ella. Que sepan todos esos unionistas que donde hay una injusticia, un abuso, una falta de libertades, debe haber una denuncia, un dar a conocer los hechos. Y por todo ello seré lo más clara posible.

Mi compañero, Iñaki de Juana, debía haber salido de prisión en octubre de 2004, según las leyes del Estado español impuestas a los ciudadanos del sur de Euskal Herria, porque en el norte del país las impone el Estado francés.

Y un año antes comenzó una campaña mediática dirigida por un periódico sensacionalista, ultraderechista y con aspiraciones mundiales, que no dudó en relacionar el 11-M con la Orquesta Mondragón, el jabón de lavadora con sustancias de alto poder explosivo... Un periódico que en los últimos tiempos cae en ventas, desciende en influencia e intenta subsistir entre lectores del rebaño con un denominador común: el totalitarismo y el odio a los vascos que lo somos, a quienes queremos decidir por nosotros mismos. Un periódico que de un día para otro cambia el destino de mi compañero desde el caserío del abogado a Brasil, pasando por Argentina, Chile o Irlanda, y todo ello, como siempre, sin rectificación alguna.

En aquella primera fecha de excarcelación, la campaña mediática para evitarla les salió redonda, al aprovecharse de un Gobierno débil, el del PSOE, cuya agenda política la marcan los medios de comunicación y quienes constantemente ocupan sus portadas desde el victimismo. El procedimiento siempre es el mismo y llega a ser aburrido por repetitivo: un medio lanza la mentira, otros le siguen, asociaciones de «víctimas» subvencionadas por el Estado saltan a la palestra, la Judicatura se hace eco de la denominada y ficticia alarma social, la Fiscalía toma iniciativas, el Ejecutivo propone reformas legales, el Legislativo las aprueba y la nueva vuelta de tuerca represiva se cierra sobre los vascos malos. ¡A quién le importa que todo el círculo se sustente en aquella mentira inicial!

Y la práctica que comenzaron con mi compañero se extendió al resto de los presos, a toda la izquierda abertzale. Igual que otras prácticas iniciadas anteriormente con otros presos y muchas más que han venido después. Ingeniería judicial, construcción de imputaciones, anulación de resoluciones judiciales firmes, juicios farsa, apaños judiciales, huelgas de hambre y constantes falsedades sobre mi compañero y sobre mí. Mentiras y más mentiras que no aguantan el más mínimo razonamiento, pero ¡qué más da! Hace tiempo que quien quiere creer cree y quien no lo hace y se aparta del rebaño es porque es amigo del terrorismo.

Así hasta que el día 14 de julio se hizo pública la definitiva fecha de excarcelación de Iñaki. Y desde entonces aumentó terriblemente la campaña de acoso mediático. Mi fotografía publicada en algunas portadas de la prensa escrita y como noticia destacada en diversos medios de comunicación audiovisual. Fotografías e imágenes del buzón de la correspondencia -a pesar de ser éste un espacio privado- y, asimismo, de la fachada del edificio y del portal. Presencia permanente de reporteros y fotógrafos. Filtración de datos bancarios y situación laboral...

En resumen, un auténtico linchamiento contra mi compañero y contra mí.

Como sabemos, y ellos mismos acostumbran repetir, pues conocen bien sus técnicas, unos marcan los objetivos y otros materializan las agresiones.

Y el «trabajo» de esos denominados periodistas allanó el terreno para aumentar el acoso y los seguimientos policiales que padecía desde hacía meses. Los continuos daños intencionados en mi automóvil. Las sucesivas amenazas escritas y telefónicas a cualquier hora del día y de la noche. Las pintadas amenazantes, en la fachada del edificio, de grupos ultraderechistas españoles como Falange, con el marginal símbolo del yugo y las flechas incluidas, que nos retrotrae a los oscuros y dolorosos tiempos del franquismo. El inicio de un procedimiento de embargo sobre mi vivienda, que recuerda la práctica del Estado de Israel, en las zonas ocupadas de Palestina, de demoler las viviendas familiares. Los destrozos en el casillero de la correspondencia, del que arrancaron la puerta y robaron las cartas que contenía, etcétera, etcétera.

¿Qué sucedería si todos estos datos, con las consecuencias que me han supuesto, se filtrasen en medios de comunicación abertzales y refiriéndose a personas nacionalistas españolas? Pues Euskal Herria ya tiene la desgraciada experiencia de la persecución y cierre de «Egin», Egin Irratia, «Ardi Beltza» y «Egunkaria» sin razón alguna, pero con justificaciones de ese tipo.

Sin embargo, en este caso, como en todos los referidos a la izquierda abertzale, no sólo no se busca alguna responsabilidad, sino que también hay que soportar la complicidad, como siempre, del Gobierno vascongado y del partido que lo sustenta. Incluso el dirigente jeltzale Joseba Egibar se permite aconsejarme que me marche de Euskal Herria junto a mi compañero.

Pero contra todo esto siempre queda un arma: el amor. El amor por mi gente, por mi compañero, por mi pueblo; el mismo amor de todos los abertzales por Euskal Herria.

Posdata: escribo estas líneas en castellano, y no en mi idioma materno, para que la traducción no sea alterada por esos medios de comunicación manipuladores.

También, un gran abrazo para todos los que me habéis apoyado y, especialmente, a vosotros, Dario, Alaitz, Maite y Tambor, que siempre habéis estado ahí y no hay duda de que seguiréis estando.

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