Maite SOROA
La última de Ibarretxe
Ahora que se ha caído del guindo y comprendido que el 25 de octubre, si madruga, lo mejor que podrá hacer será ir a buscar setas, Ibarretxe ha sacado de la manga una nueva iniciativa en forma de denuncias individuales ante los tribunales europeos. Pues bien, tampoco se lo admiten.
En «El Correo Español» y «El Diario Vasco» descalificaban en sendos editoriales la propuesta en cuestión.
Según el editorialista, la ocurrencia de Ibarretxe es «la última desmesura victimista por parte de quien era perfectamente consciente de que su iniciativa no tenía cabida posible en el ordenamiento vigente». Y se remonta al último mitin de Urkullu para darle cera a Ibarretxe: «el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, declaró en un mitin ante las bases de su partido que defenderían la consulta de Ibarretxe `con tanta determinación y rigor como templanza y sentido común'». Y, claro, lo de las denuncias individuales, cree el editorialista, «en ningún caso puede considerarse como acto de templanza y sensatez». Más aún: «realizar el llamamiento mientras el citado tribunal tramita la causa constituye una suerte de chantaje dirigido tanto a condicionar la decisión que adopten sus magistrados como, sobre todo, a deslegitimar de antemano la sentencia que terminen dictando». Y que está redactada desde el primer minuto. Eso no lo dice el editorialista.
Pero lo que en realidad le preocupa al escribiente de Vocento es que esta iniciativa «pretende sobre todo juzgar la calidad democrática de nuestro sistema de libertades bajo el único prisma de las aspiraciones nacionalistas concebidas como derechos irrenunciables». Lo que teme es que quede a la vista de todo el mundo la birriosa calidad de la democracia a la española, claro.
Y al final encuentra el escriba la contradicción consustancial al peneuvismo: «Lo llamativo del caso es que tan irresponsable anuncio se produce cuando el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y el PNV parecen más que dispuestos a procurar un doble acuerdo presupuestario que garantice la tramitación y aprobación de las cuentas públicas para 2009 tanto en Madrid como en Vitoria». Con la pela no se juega, ¿verdad, Urkullu?