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El final del proceso de reforzar o de debilitar la plantilla

Joseba ITURRIA

El lunes acabó el plazo de inscripción en la LFP con la inclusión de Dramé y Necati y la ausencia de Stevanovic y Mikel Alonso. Estos seguirán en la Real hasta que Badiola los incluya -de forma lamentable, sin ofrecer al último la opción de seguir con una rebaja, tal como aseguró- en el expediente de regulación de empleo, éste sea aceptado y se queden en el paro con una indemnización inferior a la correspondiente.

Juanma Lillo acostumbra a decir con razón que las valoraciones se hacen siempre a posteriori y por eso uno siempre ha querido analizar las decisiones a priori. Aunque siempre se califican los fichajes como refuerzos, la plantilla ha salido debilitada con respecto a la base que había el 3 de enero. Después hay que abrir un paréntesis obligado porque la Real no puede gastar 3,5 millones en cinco jugadores, de los que sólo Martí fue básico en el final de Liga y de los que ahora sólo queda Morgado, suplente del suplente de Balentziaga.

Con respecto a la plantilla del 3 de enero se han incorporado siete jugadores: Zubikarai, Sergio, Marcos, Moha, Rivas, Dramé y un Necati que empezó a explicar con su presencia física -es poco profesional que un jugador tenga esa apariencia en setiembre- por qué no le han querido en Turquía pese a su currículum. Y han salido diez: Riesgo, Víctor López, Garitano, Vaughan, Larrea, Stevanovic, Delibasic, Novo, Skoubo y Gari, cuatro titulares con Lillo pese a los fichajes en la recta final de Liga y cuyas fichas de haber seguido en condiciones normales -pese a estar sin cobrar el año anterior, con Ley Concursal y Badiola era posible convencerles- habrían sido inferiores a las de los de la mayoría que han venido. Uno piensa que el equipo pierde con los cambios y, sobre todo, en el ambiente en el vestuarios, en el conocimiento de la categoría y en el juego aéreo, clave en Segunda, donde se deciden muchos partidos en las jugadas de estrategia.

Pero lo más llamativo es que con Ley Concursal y sin dinero no se ha apostado por jugadores más baratos de la cantera, de otros equipos de Segunda y Segunda B. Sólo se ha subido a Zubikarai y se ha preferido, por ejemplo, traer a Dramé que subir a Balentziaga, con el que Caparrós cuenta para jugar en Primera. Los que han venido tienen fichas superiores a la práctica totalidad de los que se han quedado y a éstos se les ha comunicado que deben rebajarlas en un 30%. ¿Se las van a bajar a los que han venido?

Porque el mayor debilitamiento va a llegar en el proceso de renegociación individual de cada contrato, cuando cada jugador tenga que sentarse con un presidente por el que tienen una estima pésima y ninguna credibilidad. Una de las grandes fuerzas del vestuario es su ambiente y va a ser difícil que se mantenga con todo lo que ha pasado este verano y con el rechazo que la plantilla ha mostrado claramente a situaciones como las que van a vivir dos jugadores y dos doctores, personas claves éstos para que el ambiente en el vestuario realista fuera tan bueno. Y es ahí donde más se puede debilitar el equipo.

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