VUELTA | Séptima etapa
La primera selección se salda con el pinchazo de Alejandro Valverde
Ballan ganó la etapa y se vistió el maillot de líder en una jornada dantesca, con protagonismo para Zandio y Landaluze
Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR
Todos siguen en un puño, pero los favoritos a ganar la Vuelta a España empiezan a enseñar sus cartas. Lo justo, porque pese a su excesiva longitud, a la dantesca meteorología que acompañó al pelotón y a que ofrecía la primera llegada en alto de esta edición, la séptima etapa realizó una selección mínima entre los gallos, que sólo mostraron fortaleza o debilidades en el último tramo de la ascensión final a La Rabassa.
Sí sirvió para comprobar que Alberto Contador tiene fuerza y ganas. Aunque con terreno insuficiente para marcar grandes diferencias, el madrileño saltó del -ya por aquel entonces reducidísimo- grupo para rascar algunos segundos a sus principales rivales. La cruz fue para Alejandro Valverde, que en ese «que si sí, que si no» que protagoniza desde que comenzó la carrera, le tocó pinchar. Perdió fuelle en la ascensión final y casi un minuto respecto a Contador en línea de meta.
Incluso Sylvain Chavanel, que intentó aferrarse al maillot dorado hasta el final, cedió menos tiempo que el murciano.
Menos explosivos que Contador, pero con similar motivación y fortaleza, sí estuvieron en su sitio los demás líderes. Incluyendo a Igor Antón, que llegó a meta en compañía de Carlos Sastre, Joaquim Rodríguez y Levi Leipheimer, sólo cinco segundos después del último vencedor del Giro. Es noveno en la general y las ilusiones con las que llegó a Granada no sólo se mantienen, sino que se fortalecen a cada día que pasa.
Por delante de todos los corredores llamados a pelear por los honores en estas dos próximas semanas se sitúa de momento Alessandro Ballan, sorprendente vencedor de la primera etapa de montaña.
Pese a los 223 kilómetros que separaban Barbastro de La Rabassa -fue la etapa más larga de esta edición-, el corredor italiano saltó del pelotón cuando apenas se habían recorrido 18. Junto a él, probaban fortuna Xabier Zandio, Iñigo Landaluze, Marc de Maar y Gianni Meersman. Con los líderes teóricamente interesados en agitar la carrera y semejante kilometrada por delante, la fuga no parecía tener visos de triunfar, ni siquiera cuando alcanzó los once minutos de ventaja.
Pero por detrás, con Cofidis intentando tomar la responsabilidad pese a saber vano su intento de mantener el liderato, apenas se inmutaron. Todo dependía de la respuesta de los escapados al desgaste de una jornada tan dura. Y, efectivamente, uno a uno, fueron cayendo. Salvo Alessandro Ballan, al que los cinco minutos de renta con los que acometió la segunda y definitiva ascensión a La Rabassa le bastaron para adjudicarse un triunfo sorprendente, con premio añadido del liderato.
La factura
Un maillot que hoy cambiará de espaldas. Lo que no está claro es el nombre de su nuevo dueño porque la segunda etapa de montaña, con lo que se sufrió ayer, puede pasar factura al más insospechado.
Y el terreno no admite despistes porque en sólo 152 kilómetros, los ciclistas deben ascender los puertos de Cantó (1ª), Enveny (2ª), Bonaigua (1ª) y Pla de Beret (1ª), donde está situada la línea de meta. La selección será esta vez más importante.
Igor Antón, como el resto de corredores, acabó reventado la séptima etapa, en la que se unieron longitud, meteorología pésima y la primera llegada en alto. Aunque el vizcaino, al menos, acabó satisfecho.
«Ha sido una etapa muy dura, pero me he encontrado bien», aseguró el vizcaíno. «En la subida final ha habido miedo, respeto... Cada uno iba a lo suyo -explicó-. Yo he intentado aguantar a Contador, pero al final se me ha ido por muy poco», lamentó.
El madrileño coincidía en que «ha sido un día durísimo». Lamentó que «no haya podido sacar más tiempo, pero estoy contento con el resultado y, sobre todo, con el trabajo que ha hecho todo el equipo».
También Carlos Sastre hizo una valoración «positiva». «Para mí era una duda este día y, sobre todo, tenía la intención de estar ahí, de no perder tiempo. He perdido unos segundos, pero nada tan importante como para perder opciones».
GARA