Del �Euskal Herria tiene la decisi�n� de 1998 al �El Pueblo Espa�ol es soberano� de 2008
En una coincidencia temporal casi maquiav�lica, mientras en este pa�s resonaban de nuevo los ecos de aquel �Euskal Herria tiene la palabra y la decisi�n� suscrito en Lizarra hace justo diez a�os, en Madrid el Tribunal Constitucional espa�ol ha decretado que no hay m�s soberano que el �Pueblo Espa�ol�. Ha recordado una obviedad: que la suya es una �naci�n convertida en Estado� al contrario de lo que sigue ocurriendo -una d�cada despu�s-con el pueblo vasco. Juan Jos� Ibarretxe y los cuatro partidos que lo respaldan acudieron a los tribunales espa�oles con un cat�logo de disquisiciones jur�dicas y formales, pero se han encontrado con una respuesta de profundo calado pol�tico. No cabe duda de que el Constitucional espa�ol ha ido al fondo, y sin medias tintas.
Si alguien pens� hace unos meses que la iniciativa de la consulta pod�a suponer alg�n catalizador similar al de aquel acuerdo entre abertzales de Lizarra, los hechos hablan por s� solos. Nadie pudo atisbar en su inicio ni la m�nima gota del caudal de ilusi�n que despert� aquel acuerdo de 1998. Nadie encontr� tras el pleno del pasado junio en Gasteiz el impacto pol�tico que tuvieron el nacimiento de Udalbiltza, los primeros EHNAs o Batera. Nadie podr� decir que las dos preguntas de Ibarretxe le suscitaron las expectativas de aquel documento de Lizarra o de la simult�nea declaraci�n de ETA. No hay paralelismo posible entre aquel abrazo abierto entre sectores abertzales y el actual proyecto de ley sin posibilidad de enmiendas y excluyendo expresamente a la izquierda abertzale. Y nada que ver tiene la pasmosa tranquilidad que ahora ha mostrado Jos� Luis Rodr�guez Zapatero desde el minuto 1 con el nerviosismo de aquel Jos� Mar�a Aznar que corri� a pedir cita a ETA y tambi�n a HB. Ni punto de comparaci�n, en resumen, entre una iniciativa que s� pudo llevar a la resoluci�n del conflicto y otra que nunca ha pretendido tanto. Si su �nico objetivo era poner en evidencia los topes antidemocr�ticos del Estado espa�ol, en pleno siglo XXI para tan corto viaje no hac�an falta tantas alforjas.
Tras la mayor�a de edad del derecho a decidir
En fin, la diferencia entre aquella iniciativa de 1998 y �sta de 2008 es tan abrumadora, su desarrollo ha sido tan tibio, su desenlace tan conocido, que podr�a llevar al pesimismo a muchos abertzales de buena fe. Visto lo visto, habr� quien concluya que no parece que la causa del derecho a decidir de Euskal Herria, que alcanz� la mayor�a de edad en Lizarra hace diez a�os, est� todav�a lo suficientemente madura como para imponerse.
La responsabilidad �ltima de esta desaz�n recae sobre las espaldas del PNV, que diez a�os despu�s se muestra todav�a anclado en una etapa pre-Lizarra. En las hemerotecas podr�an encontrarse muchas declaraciones de dirigentes jelkides que confiesan haber secundado aquel acuerdo no por convencimiento propio, sino con otra finalidad. Simplemente pasaban por all�, y se descolgaron en cuanto vieron que aquel �Euskal Herria tiene la palabra y la decisi�n� no era un lema de Alderdi Eguna, sino un compromiso real y efectivo, con un procedimiento y un calendario de desarrollo que exig�a correr riesgos. Desde entonces, el PNV ha asumido de nuevo un d�a s� y otro tambi�n el concepto de que �el Pue- blo Espa�ol es soberano�, hasta llegar por ejemplo al veto a la manifestaci�n por los presos de hoy en Donostia, a mayor gloria de la Audiencia Nacional espa�ola.
En esta d�cada, todav�a hubo otra ocasi�n reciente para haber hecho realidad aquel �Euskal Herria tiene la palabra y la decisi�n�. Esta vez el dise�o era bastante m�s asequible para un �partido de orden� como el PNV: no se planteaba un avance por la v�a de los hechos consumados, como en Lizarra, sino a trav�s del acuerdo con el principal partido del Estado espa�ol y de la reforma consensuada de los marcos legales. Sin embargo, sorprendentemente para muchos el PNV de Josu Jon Imaz volvi� a alinearse con el status quo, en una decisi�n que sigue sin explicar. El resultado es el que el Constitucional le acaba de recordar en sus contundentes 35 folios: la CAV existe porque la cre� la Constituci�n espa�ola, y sus competencias no llegan siquiera para convocar una consulta no vinculante con dos preguntas ret�ricas.
El TC, buena oportunidad para otra ciaboga
Agotada ya, antes de llegar siquiera al 25 de octubre, la iniciativa de la consulta, la pelota vuelve a estar en el tejado del PNV y, por extensi�n, del cuatripartito que sostiene al lehendakari. Tras diez a�os remando en la misma direcci�n, contra corriente, Ibarretxe no atisba por ning�n lado la costa de la soluci�n pol�tica y la paz. Y los sucesivos pasos por las urnas muestran que su proyecto hace aguas y amenaza con encallar.
El problema es que en esa misma singladura in�til ha sido embarcado todo un pa�s que so�� con llegar a buen puerto hace diez a�os y volvi� a remar con fuerza hace dos. Un pa�s que ha vuelto a escuchar de un Tribunal Constitucional ubicado a 400 kil�metros que no tiene derecho a ser soberano. El dictamen, por su claridad y por su contundencia, deber�a ser un acicate definitivo para recuperar aquellos vientos positivos de 1998, la oportunidad para hacer la ciaboga y encontrar un rumbo fruct�fero entre Lizarra y Loiola.
Ese d�a quiz�s hasta haya que agradecerle algo a la por ahora s�lo frustrante consulta de Ibarretxe.