La nueva realización de Rodrigo García, el hijo de Gabriel García Márquez afincado en Holllywood, va a sorprender a quienes le admiren por sus retratos femeninos en «Cosas que diría con sólo mirarla» y «Nueve vidas». Con «Passengers» se acerca más a las cosas que ha hecho en televisión, en series como «A dos metros bajo tierra».

Pero aún así no había precedentes para esperar de él una thriller sobrenatural a lo Shyamalan, porque el criticado guión de Ronnie Christensen para «Passengers» utiliza la fórmula de «El sexto sentido» al introducir elementos procedentes del más allá en una realidad traumática, aquí derivada de un terrible accidente aéreo.

Un suspense cuestionable

En apariencia «Passengers» pasa por una película de catástrofes o de conspiraciones, pero dentro del argumento es una cortina de humo de cara a la sorpresa final. Rodrigo García ha suspendido su primer examen en la narrativa de suspense, seguramente debido a que el manejo de guiones engañosos no es lo suyo. En medio de la confusión se agarra a la historia de amor y a la fe necesaria para sobrevivir emocionalmente a la tragedia, con consejos de autoayuda que estimulan la buena disposición ante los imponderables del destino. No se trata de dejarse superar por los acontecimientos, sino de establecer con ellos una relación sensible que nos haga reflexionar y crecer como seres espirituales.

La responsabilidad de esta transformación personal recae en la actriz Anne Hathaway, la cual se enfrenta por primera vez en su carrera a un papel trascendente, como la psicóloga que ha tratado a niños sometidos a situaciones de shock, y que debe hacerlo de repente con adultos implicados en el caso de un vuelo siniestrado. Por si no fuera ya difícil semejante desafío a su juventud e inexperiencia, la chica no tardará en comprobar que las reacciones de uno de los pacientes, el interpretado por Patrick Wilson, no son normales. El resto del reparto incluye un plantel de buenos secundarios, entre los que destacan David Morse y Dianne Wiest, en caracterizaciones misteriosas e intrigantes salvo para los espectadores intuitivos o curados de espantos.