La crisis surgida de la breve guerra del Cáucaso, lejos de remitir, da constantes señales de vigor. Si anteayer penetraba cual viento frío en la propia ONU, a raíz de la negativa de Rusia a debatir sobre el programa nuclear de Irán en el 5+1 como respuesta a la amenaza de Washington de forzar la expulsión de Moscú del G8, ayer devino en tormenta. Rusia dejó claro una vez más que no está dispuesta ni siquiera a disimular su decisión de impedir que Occidente haga y deshaga a su antojo en la esfera internacional, pero además demostró de nuevo que puede hacer lo propio al margen, e incluso en contra, del tutelaje occidental. En ese sentido, la visita del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a Moscú vino a significar el «sí» de Rusia a la oferta venezolana en torno a la presencia del Ejército ruso en el Caribe, región que EEUU considera su «patio trasero».

Las cada vez más fluidas relaciones entre Rusia y Venezuela, naturalmente, obedecen a intereses de ambos países, antes económicos y ahora también, abiertamente, militares. Sin embargo, esos intereses son comunes debido en gran medida a la actitud de Occidente, y en especial de Estados Unidos, para con ambos. Nadie puede pasar por alto que la alianza entre esos países no se basa hoy por hoy en un proyecto mismo político, pero es evidente que un enemigo común tan poderoso puede generar esta clase de ententes.

En una situación de algo más que enrarecimiento de las relaciones internacionales de poder, es comprensible la preocupación de Estados Unidos. Lo que no es de recibo es que quien se ha procurado -y no pocas veces comprado- aliados en todo el orbe, quien financió un golpe de estado contra Chávez, quien armó a Georgia antes de la intervención de ese país en Osetia del Sur, quien en plena crisis tras ese conflicto anunció el despliegue del escudo antimisiles a las puertas de Rusia... en definitiva, quien durante casi dos décadas ha ejercido de potencia mundial hegemónica, se crea con el derecho exclusivo a llevar a cabo alianzas para afianzar y fortalecer su posición en el mapa geopolítico.