Marcelo Alvarez, Lander Garcia, Javier G. Charela Ahaztuak 1936-1977
Otros setiembres, el mismo setiembre
Septiembre es un mes muy significativo para la memoria histórica, ésa que para el cardenal Rouco Varela resulta «inservible» y «contamina a las nuevas generaciones con conflictos pasados». El 27 de septiembre fueron fusilados en Madrid Ramón García, Humberto Baena y Xose Lois Sánchez. Ese mismo día eran ejecutados Anjel Otaegi -en Burgos- y Jon Paredes «Txiki» -en Cerdanyola-. Desde entonces han pasado muchos septiembres, pero, como argumenta el artículo, no se han producido avances en el camino hacia una democracia real en el Estado español.
Septiembre los despidió con todo el pueblo enlutado/ su sueño de libertad no pudo ser fusilado...». Así dice la hermosa canción que el grupo sudamericano «Contracanto» compuso recogiendo en su letra todo el dolor y la rabia, pero también toda la confianza en la lucha y en un futuro de libertad que eran los sentimientos imperantes en amplios sectores populares de Euskal Herria y de todo el estado español en aquellos días que rodearon a los últimos fusilamientos -que no los últimos asesinatos- realizados por el régimen franquista el 27 de Septiembre de 1975.
Aquel día, pocas horas antes de amanecer, se ponía en marcha desde la cárcel de Carabanchel la comitiva que llevaba al campo militar de tiro de Hoyo del Manzanares a Ramón García Sanz, Humberto Baena y Xose Lois Sánchez Bravo, miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP). Son ejecutados a las 9.20 de la mañana y enterrados allí sin avisar a sus parientes.
A las 8.30 es ejecutado en Burgos Anjel Otaegi, y a las 8.35 en Cerdanyola Jon Paredes Manot Txiki, ambos militantes de ETA.
Treinta y nueve años atrás, el día 3 de otro septiembre, 14 hombres eran sacados de las dependencias municipales de la localidad de Paredes de Nava, en Palencia. En aquel lugar les habían encerrado y torturado las fuerzas que apenas dos meses antes, el 18 de julio, habían puesto en marcha un golpe militar. Estos hombres fueron conducidos al cercano pueblo de Frechilla, donde a la par de la ermita de San Miguel fueron asesinados y enterrados en una fosa común. Uno de ellos era Emiliano Vián, militante de la UGT e infatigable luchador por el derecho de los obreros al descanso dominical entre otras cosas.
Este septiembre del año 2008 se cumplen setenta y dos años del asesinato «ilegal» de Emiliano Vián y de sus compañeros, y treinta y tres del asesinato «legal» de Txiki y de los suyos, todos ellos víctimas del régimen franquista. Y es en este mismo mes cuando en Frechilla de Campos, en Palencia, pueblo en que se encuentra la fosa común a la que fue arrojado Emiliano Vián y los asesinados con él, y en el homenaje que desde hace cuatro años se les viene celebrando por parte de familiares y asociaciones de víctimas del franquismo entre las cuales nos contamos, habremos de partir de la Plaza General Franco, ya que esa es la placa que preside la plaza del pueblo; habremos de limpiar el entorno de la fosa de hierbas y zarzas ya que «el Ayuntamiento» no se ocupa de ello; habremos de volver a plantar otro roble al habernos sido arrancado el plantado el pasado año; habremos de volver a ver que es la nuestra una fosa, un «lugar de memoria», sin placa ni nada que lo señalice como tal y diga al que por allí pase quiénes son los allí asesinados y por qué lo fueron, puesto que «el Ayuntamiento» no da permiso para hacerlo; habremos de ver que, en cambio, «el Ayuntamiento» sí ha instalado prácticamente sobre la fosa un merendero... En fin, habremos de ver cómo «el Ayuntamiento» -del PP por supuesto- herederos ideológicos y políticos de lo sustancial del franquismo, esto es, de sus valores, aunque hoy demócratas sin embargo, siguen setenta años después cagándose en nuestros muertos.
Es también en este mismo mes de septiembre del año 2008 -recién empezado el curso académico- cuando podemos ver cómo el revisionismo histórico que poco a poco va intentando dulcificar la verdadera realidad y esencia de aquel régimen no viene exclusivamente de la mano de personajes como Pio Moa o similares, sino que se canaliza a través de los libros de texto donde de forma implícita se hace apología del franquismo y los combatientes antifascistas se convierten en terroristas, pudiendo leer en los libros de texto de segundo de bachillerato, editados por editoriales de prestigio, aseveraciones como que «El 1º de Mayo de 1973 una nueva organización terrorista, el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP)...», intentando ocultar y tergiversar a las nuevas generaciones que todos ellos eran luchadores que formaban parte de ese torrente de generosidad e idealismo que se enfrentó con las armas en la mano al fascismo tras el golpe del 18 de Julio y durante la guerra civil y que, tras la derrota, continuó combatiendo contra el régimen franquista hasta su final formal. Algo que, por otro lado, no deja de encajar a la perfección con la declaración del cardenal Rouco Varela sobre «lo inservible de la memoria histórica» y la necesidad de «no contaminar a las nuevas generaciones con conflictos pasados» mientras sigue la política de beatificación de los «mártires de la Cruzada»...
Estas son los contrapuntos, las pistas sobre el pasado y el presente y también sobre el futuro que nos ofrece en este mes de septiembre la memoria histórica marcada a sangre y fuego por los fusilamientos del 75 y también por todos los anteriores de los que éstos son inseparables. Elementos que nos invitan a la reflexión en este septiembre en el que desde diferentes estamentos del poder se plantea quitar las placas recordatorias dedicadas a muchos que lucharon contra Franco y su régimen fascista cuando aún no han quitado las colocadas para glorificarle a él y la «cruzada nacional» que dirigió. Todo ello a la vez que reciben la lista de casi 150.000 desaparecidos y se preparan para discutir y para discutirnos sobre si todos ellos y muchos más miles de muertos y represaliados son o no son parte de un gigantesco genocidio o quizás de un sinfín repetido de asesinatos individuales...
Un mes de septiembre que a través de este elemento y de otros de triste actualidad pone ante nuestro ojos la evidencia de la preocupante endeblez de la democracia que dicen que tenemos. Junto con ello, la persistencia de un conflicto como el que vivimos en Euskal Herria en sus diferentes expresiones y que sigue acarreando un sinfín de dolor y de zozobra, de tensiones y de muertes que no debieran ser y que pudieran no ser, tiene también mucho que ver con las razones ideológicas y políticas profundas por las que se siguen manteniendo placas para glorificar y recordar a los ejecutores del golpe del 18 de Julio y de la posterior dictadura, con todo lo que eso conlleva para la calidad de la propia democracia.
Un septiembre de hace más de setenta años despidió a Emiliano Vian y sus compañeros cuando fueron asesinados, fusilados extrajudicialmente. Otro septiembre, casi cuarenta años mas tarde, despidió a Txiki y Otaegi y sus tres compañeros del FRAP cuando fueron fusilados, asesinados legalmente. En una carta dictada la víspera de su muerte, ya entrado en capilla, Txiki diría: «Hoy somos nosotros los que estamos en el banquillo, pero mañana estarán ellos, o sea, Franco y toda su camarilla y seréis vosotros quienes nos hagáis justicia: no lo olvidéis, puesto que mis compañeros y yo ya no podremos. Confiamos en vosotros».
Eran otros septiembres. Pero en realidad es el mismo septiembre.