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Raimundo Fitero

Cocaína

Ya está en marcha la versión 2.0 del famoso tomate vespertino. Se llama «Xq no te callas», lo emite Tele 5 y tiene una pareja de presentadores, Eugeni Alemany y Carolina Cereceda que vienen de la actuación y de la comicidad, con buena presencia, personalidad y que comunican de manera efectiva. También han ido creando personajes para aparecer en los eventos con preguntas poco normales, es decir, una fórmula muy explotada que parece es lo que demandan las audiencias para esas horas. No quedan dudas, es la continuidad del programa emblemático que tanta polémica causó, que abrió todas las brechas en la dignidad informativa, que acumuló despropósitos.

Este título tan real, tiene como logo un chupete, pero mantienen esos anuncios de sumario tenebrosos, recargados, que provocan inquietud, que parecen noticias de mucha enjundia, y que, normalmente, es más interesante esa cáscara que lo que después llega. El viernes se dedicaron, como todos los espacios de su especie, a hablar de la cocaína. Bueno, no de la cocaína así en general, sino del supuesto consumo de un ex miembro de la familia real, y que una revista de la extrema derecha ha lanzado el rumor o la idea de que ese padre de infantes consumía ese alcaloide tan frecuentado en ambientes de alta alcurnia, y por ello en la separación la hija del rey de España parece que va a solicitar la anulación de su matrimonio, aludiendo a esta supuesta adicción. Todo muy aleccionador y ejemplar como corresponde a una familia de tan buena educación.

Pues bien, en este programa sustituto, salvando los detalles de Eugeni por su rapidez mental y su actitud distante ante todo lo que sucede y emiten, la presencia serena de la presentadora, el resto es lo mismo de siempre, pero que debe ser lo que busca la audiencia, porque sus resultados en su primera semana no son demasiado malos, y que nos devuelve al uso y abuso de los temas redundantes, a los que se les saca punta sin ningún tipo de elaboración posterior. Es lo que se lleva, lo que inunda toda la parrilla. Y desde luego, la cocaína es algo bastante más serio que un motivo para una anulación matrimonial aristocrática.

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