Mientras estás vivo te cargan de culpas que no te deja dormir tranquilo y cuando mueres alcanzas un estado de gracia que hace que todos hablen bien de ti. José María Cuevas ha fallecido, y acompañamos en el sentimiento a sus deudos y allegados, pero no podemos olvidar su pasado reciente al frente de la patronal española. No puede ser que una vez muerto resulte que era un pactista, y si se atiende a las declaraciones de algunos, se nos lo presente como un socialdemócrata, con tendencias al colectivismo cuando no un comunista en estado latente. La verdad conocida por todos es que era un duro representante de la parte más derechista del empresariado. Estaba jugando siempre en perfecta armonía con la derecha política, y sus posicionamientos ante el conflicto vasco eran bastante menos flexibles que los de algunos ministros del Interior. Así que ahora que ha fallecido, y con el debido respeto, lo colocaremos en el mismo lugar que él estuvo siempre, y si acaso, utilizaremos la conmiseración para no hacer mayores destrozos a su imagen, pero nada de contribuir a la confusión y a la entronización a los altares de los pactos sociales como pareen pretender unos y otros.

Es que quizás vivamos en el mundo de la exageración, pero como siguen cayendo las bolsas, como parece que estamos en un tobogán que empieza a provocar mareos y vómitos, las noticias colaterales nos dejan un poco desconcertados, cundo no desprendidos de centralidad que nos orienta sobre lo verosímil, y ahora, como un goteo, nos dicen que un secuestrado por las FARC se ha liberado con la ayuda de uno de sus controladores, lo que viene a sumarse a toda la literatura infecta que nos llega desde las organizaciones militares colombianas con la inspiración de los servicios secretos norteamericanos y la retórica de los paramilitares encabezados por el señor Uribe. Yo digo que les ha parecido muy tibia la capitalización política de lo de Ingrid Betancourt y que necesitaban minimizar su ceremonia principesca en Oviedo. Hay días que entiendo perfectamente a los coleccionistas de mariposas, a los ludópatas pasivos y hasta me gusta el peinado de la sota de bastos.