Iñaki Ezkurra, Sabin Intxaurraga y Ainhoa Larrañaga Militantes abertzales
Sumidos en el desconcierto
El dominio del ámbito institucional por parte del PNV, en lo que se refiere a las formaciones de obediencia vasca, hace que tengan lugar acuerdos como el presente, concebidos desde la orientación y las prioridades estrictas de ese partido y del PSOE
Aún caliente el cadáver de la llamada Ley de Consulta y una jornada reivindicativa («festiva» se ha llegado a decir paradójicamente) como único duelo por el luctuoso hecho, llama la atención el reciente acuerdo del PNV con el Gobierno de Zapatero para garantizar la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
También se ha dicho que con esta maniobra el PNV atiende a distintos objetivos, entre los que no sería el menor la recuperación del tirón que supuestamente habría perdido en determinados caladeros electorales como consecuencia de la política del lehendakari Ibarretxe.
Sin embargo, resulta desconcertante que partiendo de un objetivo como era la revisión del marco jurídico para incorporar en el mismo la capacidad de decidir de la ciudadanía de la CAPV en sus relaciones con el Estado y de una situación de confrontación política entre el Gobierno Vasco y el Gobierno español, se pase sin solución de continuidad a un acuerdo político entre el PNV y el Gobierno Zapatero para garantizar la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Acuerdo que se concreta en un puntual desarrollo estatutario, cuando menos dudoso, y en unas cuantas partidas para consolidar una determinada infraestructura del transporte («puerto exterior» de Pasaia) que, para empezar, no figura en instrumento ninguno de planificación de infraestructuras públicas que sea conocido.
El acuerdo alcanzado no es respetuoso con el papel institucional que le corresponde al Gobierno Vasco en materia de desarrollo del autogobierno y supone, además, la aceptación devaluada de una competencia exclusiva prevista en el Estatuto de Autonomía como es la Investigación. Son dudas e incertidumbres que surgen de las diferentes interpretaciones de lo acordado, que a las pocas horas hacen los propios firmantes.
Por otro lado, de entre las posibles alternativas de inversión necesarias, el PNV ha elegido el denominado puerto exterior de Pasaia. En un entorno en que la verdadera urgencia apuntaría a una profunda regeneración urbana y ambiental, la apuesta elige exactamente la dirección contraria, es decir, la construcción del puerto exterior, agregando a éste un gran polígono industrial. La convivencia de puerto y ciudad es algo que no contemplan quienes abogan por la construcción del puerto exterior. Como tampoco contemplan otras alternativas que deberían ser consideradas desde una perspectiva de ordenación territorial, así como desde la eficiencia en el uso de los recursos públicos y privados; desde una visión de país, en definitiva.
A la fecha, el proyecto de puerto exterior presenta enormes incertidumbres que ponen en duda su propia viabilidad, más allá del voluntarismo de algunos. Se desconoce el coste del proyecto y no se han medido los beneficios en relación con las alternativas. Por el contrario, es sabido que el lugar donde se ubicaría alberga valores ambientales insustituibles. Se trata de un espacio natural protegido, tanto desde el ordenamiento autonómico como el de la Unión Europea. No cabe imaginar que el acuerdo alcanzado prejuzgue la opinión de los órganos ambientales que con independencia y rigor deberían pronunciarse.
Sin ninguna concreción ni aval en cifras, se ha afirmado, como supuesto factor atractivo del proyecto, que la construcción misma ocasionaría ya un efecto beneficioso en el conjunto de la economía. He ahí un primer indicador sobre la mentalidad que se halla en la trastienda de esta propuesta. Pero en cualquier caso es indudable que al absorber una enorme proporción de recursos públicos hipoteca otras formas de economía para el futuro.
Afortunadamente, la sociedad vasca está cada vez más preparada y es más exigente en los temas sociales y ambientales. Sabemos ya que en el mundo globalizado en el que vivimos, si queremos ser competitivos, debemos ir modernizando nuestro tejido económico y abandonando las actividades económicas relacionadas con sectores obsoletos. Ya no podemos competir con los países emergentes y en vías de desarrollo con productos y servicios que en el sector se denominan maduros, aquellos que, a pesar de su pujanza inicial, por diferentes factores, con el tiempo han dejado de ser competitivos. Por ello, para garantizar en el futuro unos niveles de bienestar aceptables, no nos queda otro remedio que apostar por la investigación, la innovación y la sociedad del conocimiento; por reconvertir y trasformar empresas obsoletas y contaminantes; por impulsar sectores y productos de alto valor añadido.
El dominio del ámbito institucional por parte del PNV, en lo que se refiere a las formaciones de obediencia vasca, hace que tengan lugar acuerdos como el presente, concebidos desde la orientación y las prioridades estrictas de ese partido y del PSOE.
La sociedad vasca alberga en su seno, sin embargo, metas más ambiciosas para el país. Apunta hacia objetivos que tienen que ver con la emancipación y la no dependencia, así en el terreno político como en el ámbito del desarrollo socio-económico e infraestructural. Desgraciadamente, dichas ambiciones no cuentan, hasta el momento, con una expresión electoral y una representación institucional propia, acorde a su enorme extensión social. De estas carencias derivan posiblemente políticas como las que se hallan en el origen de este artículo. Ello nos debería hacer reflexionar sobre la conveniencia de articular dicho espacio político mediante el acercamiento estratégico del conjunto de las tendencias abertzales que se hallan a la izquierda del jelkidismo, superando lo que todos sabemos que es necesario superar, ofreciendo desde esas coordenadas soluciones y alternativas de futuro a los problemas y retos que se le presentan a la sociedad vasca del siglo XXI.