El baloncesto es menos baloncesto si la NBA no está en marcha. Hay algo, una ausencia de garra, de espectacularidad, de felicidad, de ver el cielo más opaco, que, de pronto, desaparece justo cuando se escucha el let's get ready to the rumble! y el balón se lanza al aire. Sí, es la NBA, uno de los espectáculos deportivos y sociales más importantes del mundo. El baloncesto es más baloncesto. La noche es estrellada y el aficionado, más feliz.

Pero para felicidad la de los seguidores de los Celtics, que lucen su anillo de campeones como quien lo luce tras su noche de bodas. Ahora, máxime que los hombres de Glenn Doc Rivers conquistaron su anillo al derrotar en la final a los Lakers, no quieren apearse de su estatus de campeón. Para ello siguen contando con el big three de Paul Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen. No obstante, han perdido a Posey, y, más que nunca sus rivales están ansiosos de derrotar a los de Massachusetts.

Los Lakers, casi obviamente, serán la principal alternativa ante Boston. Kobe Bryant, último MVP y que guió a la selección de Estados Unidos al oro olímpico, tuvo que «comerse» las mofas de su «amigo» Shaquille O'Neal -How my ass taste?- tras ver cómo el cuadro angelino caía derrotado claramente ante su principal rival. Un ganador «tan» ganador como Bryant necesita de lugartenientes que respondan. Pau Gasol, Lamar Odom y el recuperado Andrew Bynum, con el «maestro Zen» Phil Jackson en el banquillo, parecen una sólida compañía para que Bryant lidere un equipo campeón. Sin embargo, esos mismos adláteres fallaron estrepitosamente -tanto Phil jackson tácticamente, como Pau Gasol en la faceta defensiva, por poner dos nítidos ejemplos- en las finales de la pasada campaña, así que el favoritismo del «triángulo mágico» angelino habrá que dejarlo en solfa hasta que llegue la hora de la verdad.

Espectáculo y resultados

Estrellas fugaces, estrellas polares, estrellas que irradian su luminosidad a pesar de estar ya acabadas... no faltarán luces y reflejos que vayan a deslumbrar a los aficionados. Pero el objetivo no sólo es lucir, sino que tal lucimiento sea productivo.

Que se lo digan, si no, a Tracy McGrady o a LeBron James, dos de las mayores estrellas de la NBA a los que se les resiste el anillo. James llevó a Cleveland a la final de 2007, pero en los pasados play offs debió escuchar el overrated -sobrevalorado- por parte de la afición de Boston hasta que le pitaran los oídos. Peor le ha ido a T-Mac, que jamás ha dado su nivel en los días de compromiso. Por ello, los Rockets han echado mano del polémico Artest para, con la compañía de Yao Ming y Scola poder pasar de la espectacularidad al asalto definitivo al anillo.

Entre los pragmáticos tenemos a Detroit, Utah o San Antonio. Los Billups, Prince, Kirilenko, Duncan o Ginóbili -ausente aún por lesión- tienen calidad por arrobas, pero no van a hacer ostentación de la misma hasta que el sol caliente de verdad.

Por último, habrá que ver la evolución de equipos como Portland, Philadelphia o Toronto, la última oportunidad de Nowitzky en Dallas, la confirmación de Chris Paul como mejor base del mundo en New Orleans o si Howard y Turkoglu son capaces de llevar lejos a los Magic. Tampoco habrá que olvidarse de decir adiós a unos Suns sin D'Antony y de dar la bienvenida a los Oklahoma City Thunder. Comience, pues, el juego.