Presidenciales en EEUU
Los expertos tratan de vislumbrar más allá de los sondeos
Victoria aplastante de Barack Obama o photo-finish en su pugna con John McCain. Interpretar los sondeos, a veces contradictorios, se ha convertido en un pasatiempo nacional. La demoscopia no es ni ciencia ni exacta. Pero, para los expertos, confirma una tendencia: se llama Obama.
GARA | LOS ÁNGELES
En esta recta final de campaña, tanto los partidarios del senador demócrata por Illinois Barack Obama como los seguidores del senador republicano de Arizona John McCain han encontrado materia para devanarse los sesos en la riada diaria de encuestas y sondeos.
Los últimos, publicados por «The Washington Post»/ABC News y la web especializada RealClair Politics, dan entre seis y siete puntos de ventaja al candidato negro a nivel nacional. No faltan encuestas que auguran desde dos dígitos hasta escasos dos puntos de diferencia a Obama respecto a McCain.
Los analistas recuerdan que los sondeos a escala nacional no son forzosamente concluyentes para predecir al vencedor y ponen el acento en el escrutinio estado a estado.
Es en éstos, concretamente en los indecisos y con un gran número de electores, como Ohio, Florida y Pennsylvania, donde se concentran los estudios.
Ello explica la carrera contra el reloj por estos tres estados y por otros que podrían bascular.
Charles Franklin, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Wisconsin (norte), se muestra satisfecho por las fluctuaciones en los sondeos. «Si todos coincidieran estaríamos ante errores metodológicos o ante una trampa de los institutos de opinión», indica este experto.
Tendencia pro-Obama
Proliferan en las últimas fechas sitios en internet que desmenuzan los sondeos. Henry Brady, profesor de Ciencias Políticas en Berkeley (California), destaca que «hacen un buen trabajo al dar a conocer las encuestas, pero nunca hay que olvidar que todo sondeo está sujeto a error. Lo que hay que hacer -añade- es descubrir en todos ellos una trama común. Y ésta es evidente. Gana Obama».
El resultado de un reciente sondeo que daba al senador negro un solo punto de ventaja sobre McCain ilustra, según este experto, la naturaleza aleatoria de estos ejercicios demoscópicos. «En mi opinión lo que deberían hacer sus autores es volver a examinarlo y concluir que ha podido ser una mala pesca y comenzar otra vez», considera Brady, quien incide en que «cuando semejante cantidad de sondeos auguran que Obama tiene cinco, seis o siete puntos de ventaja y el tuyo le da sólo, un punto yo no pienso que eso sea información. Es un error».
Este docente en Berkeley matiza que «eso no quiere decir que hayan cometido un error. Es simplemente que ocurren ese tipo de cosas con los sondeos. De vez en cuando, llega una encuesta que no es fiable. Son gajes del oficio».
Y, en todo caso, insiste Franklin desde Wisconsin, «la variedad de resultados nos asegura que los encuestados han sido cogidos por sorpresa. Si fueran menos diversos, sabríamos que los institutos mienten».
Efecto Bradley
Otra cuestión que agita a los estados mayores de campaña y a las mesas de redacción es el «efecto Bradley», que debe su nombre a un candidato negro al puesto de gobernador de California, a quien las encuestas daban como claro ganador y que perdió a la postre en 1982.
Este fenómeno presupone que parte de los encuestados mienten sobre su voto cuando un negro está en liza para no aparecer como racistas. Los expertos lo cuantifican hasta en un 6% de los votos.
«Ciertamente es algo que impide dormir a los encuestadores», reconoce Franklin, quien añade, no obstante, que «investigaciones recientes apuntan a que [este fenómeno] ha disminuido de forma considerable desde los años 60».
David Axerold y Steve Schmidt son dos grandes desconocidos para el gran público. Pero Obama o McCain les deberán buena parte de su victoria.
Arquitecto de la campaña de Obama desde hace dos años, Axerold asegura que el candidato es uno de sus mejores amigos. Su mirada triste y su figura de perro abatido oculta en realidad una voluntad de hierro. Bajo sus consejos ningún ataque republicano queda sin respuesta. Suyo es el eslogan «Yes we can» (Sí, podemos) y suya es la decisión de hacer girar la campaña sobre la esperanza de cambio.
Axerold, a quien Obama llama todos los días antes de acostarse y después de levantarse, proviene de una familia judía neoyorquina. Conoció al candidato negro en 1992 y comparte con él su pasión por el basket y el ideario progresista.
Estratega de la campaña de McCain, Steve Schmidt tiene un físico de luchador. Es conocido como «la bala», no sólo por la forma ovalada de su cráneo totalmente pelado sino porque nunca ceja en sus objetivos. Formado en la escuela de Karl Rove, arquitecto de las dos victorias de George W. Bush, fue consejero de comunicación del vicepresidente Cheney y contribuyó a la victoria de Arnold Schwarzenegger como gobernador de California (2006).
Suya es la táctica de criminalizar a Obama por su pasado de relación con ex activistas como Bill Ayers. No es nada ideológico. Su objetivo es que gane McCain, sea como sea.