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ESCALADA ARTIFICIAL Utah (EEUU)

El único A6 mundial para catalanes

La cordada formada por Esther Ollé y David Palmada se hace con la tercera repetición de Intifada (Cottontail Tower, Utah), la vía artificial más dura del mundo. 300 metros de línea, 8 largos y 6 días para una escalada que pone los pelos de punta.
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Andoni ARABAOLAZA

Sólo hay un A6 en el mundo, y lleva por nombre Intifada. Está en Estados Unidos, en una de esas inquietantes como esbeltas torres de arenisca de Utah, la conocida como Cottontail Tower. Nació gracias a la paciencia, creatividad y grandes dosis de saber estar del histórico escalador Jim Beyer. Son 300 espectaculares metros y ocho tiradas de lo más extremo en artificial, donde el compromiso y la exposición pueden hasta rayar la locura. Era 1988.

20 años después, la cordada catalana formada por Esther Ollé y David Palmada Pelut se llevaba el pasado verano la tercera repetición de la obra maestra de Beyer. No es de extrañar que desde la mano de escaladores de Catalunya llegue esta sonada noticia. Y es que, seguramente, en ese territorio es donde más y mejor se trabaja en esta especialidad de la escalada. Sobre Pelut, uno de las figuras más representativas, sólo ceñirnos a su extenso y sobresaliente currículo: Sueños de invierno (ED+, A5) y primera repetición de Tramuntana (7a+, A4+), ambas en el Picu Urriellu; Mirall Impenetrable (A5, Montserrat), primera repetición de El lado oscuro (A5, Roques de Benet)...

Para Intifada, Palmada, líder de la escalada, tenía la inestimable e importante compañía de Ollé: «Con Esther me siento muy compenetrado. Ella domina todas las técnicas de gran pared y tiene una gran virtud: nunca se aburre en las reuniones, pues dispone de una enorme paciencia. Esto hace que se convierta en la compañía perfecta para cualquier escalada de big-wall. Sé exactamente cómo responde ante cualquier problema. Es verdad que en Intifada vi una cara en ella que nunca había visto: cara de miedo. Esther no decía nada, pero se respiraba en el ambiente. Eso era lo que más me preocupaba durante la ascensión, pero, como siempre, no me defraudó y aguantó hasta el final tragándose todos los miedos y dudas».

No es caer, ni mucho menos, en el típico sensacionalismo a la hora de hablar de este tipo de rutas, pero la verdad es que una vía de A6, la única en el mundo, lleva consigo una enorme cantidad de riesgo. Tal y como comenta el escalador catalán, la idea de escalar surgió ya hace cuatro años: «Realicé junto a Xavi Sánchez varias escaladas en el Titán y en las Fishers Towers, y me di cuenta que este tipo de escalada y de roca me encantaba. Cada día al ir al Titán pasábamos por delante de Intifada, y empezamos a barajar la posibilidad de escalarla algún día. Después, con el tiempo, repetimos y abrimos algún A5+ en Montserrat, y por fin llegó el turno al mito del artifo extremo, la gran obra de Beyer. Es sencillamente brutal, dura tanto técnicamente como psicológicamente. En alguno de los largos la calidad de la roca es realmente mala y muy blanda; llegando a cruzar lajas expandings altamente peligrosas. Todas las reuniones son extremadamente incómodas y alguna puede resultar muy precaria».

Nada de anclaje fijo

Es durante seis jornadas del pasado agosto cuando la cordada catalana firma esta sobresaliente actividad. Temperaturas de hasta 45º (ingerían hasta 6 litros diarios de agua) y frecuentes y duras tormentas acompañadas de aparato eléctrico; casi nada estaba a su favor. La táctica era fijar el primer largo, y después pasar todas las jornadas de escalada en la propia pared, pero la idea se truncó al examinar la vía y observar que las reuniones no daban nada de confianza. Así pues, cada día subían y bajaban por esa ruta diseñada en una torre situada en el desolado desierto de Utah.

Pelut ya estaba en su salsa: «Siempre me ha apasionado el artificial y siempre me ha llamado la atención la dificultad. Lo que realmente me gusta y me hace sentir bien es estar en una gran pared con todo el «pollo» de material y saber en todo momento que lo tengo todo bajo control. Mirar arriba y ver que me esperan 50 metros de precariedad, 50 metros de desconexión con el mundo, 50 metros para ir encajando cada parte del puzzle...»

Empiezan, según los protagonistas, con un primer largo de A4 divertido y disfrutón. Le sigue otra tirada en el que las pilas ya se cargan de verdad, de esas que te avisan que hasta el final de la línea no te queda otro remedio que inspirar y mantener una radical atención. Para el tercer largo, la escalada, sobre todo la exposición, toma otros tintes: «Es muy desplomado y difícil de trabajar, sobre una roca que te hace pensar que cada martillazo puede ser el último. Metiendo camalots en labios de barro; todo muy romántico, sobre todo cuando ves que las levas no terminan nunca de expandir. Este largo te lleva hasta la reunión clave, el temido A6. Realmente vibrante. La tensión se palpa en el ambiente. Termino de montar la reunión. Aquí es donde aprendes a confiar en el material, y a rezar para que no te falle».

Al día siguiente resuelven lo que en teoría es lo más extremo de la vía. Intensa precariedad con sección desplomada un tanto delicada, algo de tregua, mini péndulo de un minihead, gancheos de órdago y reunión. Riesgo en toda regla: «El riesgo es parte esencial de la aventura. Si me dijeras que en cualquier escalada si te caes no va a pasar nada, perdería todo el encanto. A todos, en mayor o menos medida, nos gusta tentar a la suerte, desde el que hace clásica al más extremo alpinista. Todos nos movemos motivados para superar nuestras metas y eso siempre conlleva algún riesgo».

Tras el subidón de la tirada más dura, con una motivación extra, Palmada lidera el sexto largo de A4+ con un comienzo donde una mega laja exige la máxima atención. Después, en una sección cada vez más desplomada, dificultad para meter un clavo hasta que logra el objetivo, y tiempo para montar la reunión, bajar y tomarse otro merecido descanso: «Jamás piensas en un gran vuelo, pero aquí esta opción está presente demasiado tiempo. Para esta tirada tuve que trabajar nueve horas, nueve horas de vibración extrema. Para nosotros el largo más duro de toda la vía».

Hora para el penúltimo día de escalada. Complejo desplome, travesía con más ganchos, péndulos y nueva reunión. La octava y última tirada de A3+ pone fin a esta intensa experiencia en Intifada. Desplome por una estética chorrera de barro. Un largo de pitonaje que considera de A3 y una travesía en la que tuvo que apretar de lo lindo. Después de seis días, ya en la cima de la torre, terminan con la tercera repetición de la obra de Beyer.

Hora para la conclusión: «Siempre imaginas líneas de escalada improbables. O por lo menos muy difíciles. De repente, el corazón se para, la sangre se te hiela en el interior de las venas, piensas que esto es imposible que suceda, que el tipo de la guadaña no vendrá a verte, pero la realidad es que Intifada es su casa. Abres los ojos y cuando el barro que tienes dentro te deja ver la realidad, te das cuenta de que estás bailando una danza peligrosa, donde un paso mal dado puede suponer el fin. Así es Intifada: una lucha constante para mantenerte pegado a la pared. Intifada es el nombre del terror».

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