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Editorial 2008/11/6

Histórico

La Jornada

El triunfo de Barack Obama en las elecciones presidenciales realizadas ayer en Estados Unidos merece, por diversos motivos, el calificativo de histórico: por principio de cuentas, el aspirante demócrata logró combinar el respaldo esperanzado de los sectores mayoritarios de la sociedad con la aprobación de los poderes fácticos -el sector financiero, el complejo militar-industrial, la clase política, los conglomerados mediáticos, los sindicatos-, aprobación sin la cual no hay candidato que llegue a la Casa Blanca. (...) A ello ha de agregarse el hecho de que el aún senador por Illinois será el primer presidente estadunidense fogueado en los ámbitos progresistas de base -trabajó en acción comunitaria en Chicago- y el primer afroestadunidense que llegará a la oficina oval.

Si para Estados Unidos y para el mundo el fin de la era Bush es un alivio, resulta doblemente reconfortante que el sucesor no sea un republicano un tanto extraviado en sus posturas ideológicas, como McCain, sino un hombre que ha expresado en reiteradas ocasiones la necesidad de reordenar las prioridades gubernamentales y comprometer al poder público en la atención de las necesidades de la sociedad, por encima de los intereses del gran capital. (...)

(...) Queda por ver cuál será la postura que adopte el afroestadunidense, tras asumir el cargo, en materia migratoria.

Por otra parte, la derrota del Partido Republicano en los comicios de ayer abre, en forma paradójica, un periodo riesgoso y difícil: en los poco más de dos meses que le quedan en el cargo, es previsible que Bush procure agravar la circunstancia, de por sí catastrófica, que deja a su sucesor, y que puede traducirse en nuevas provocaciones belicistas fuera de Estados Unidos, en disposiciones que contribuyan a perpetuar la pérdida de derechos y libertades dentro del país y en medidas de protección, encubrimiento y enriquecimiento de última hora para las mafias empresariales nucleadas en torno al actual poder presidencial.

No es prudente, por último, abrigar expectativas de un cambio radical en el poder de Estados Unidos a consecuencia de la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. Pero sería injusto desconocer las marcadas y positivas diferencias políticas y humanas entre el triunfador en los comicios de ayer y el hombre que en ocho años ha llevado al poder estadunidense a sus peores simas morales y económicas.

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