Ayer el partido quedó diez a seis. Hace diez años hubiera quedado diez a cero. Y hace treinta ni siquiera habría habido partido. Diez jueces de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional piensan que quemar una foto del rey es un delito de injurias, mientras que sus seis compañeros restantes opinan que es ponerse borde, pero ya está.

Los diez primeros pueden esgrimir a favor de sus tesis el artículo 491 del Código Penal, mientras que los seis restantes pueden esgrimir a favor de las suyas el sentido común. Los diez jueces ganadores han interpretado el dichoso artículo en su más estricta y polvorienta literalidad, ya que castiga al «que utilizare la imagen del rey (...) de cualquier forma que pueda dañar el prestigio de la Corona». A su vez, los seis jueces que perdieron el partido han interpretado, por el contrario, que la Constitución es más grande que el Código Penal y que la libertad está por encima del rey. Si los presidentes del Gobierno o del Congreso no están por encima de la libertad de expresión y podemos quemar sus fotos (...) ¿por qué no habríamos de poder hacerlo con las de la familia real?

En realidad, la sobreprotección jurídica e informativa de la Casa Real permite a los republicanos cargarse de razón, al tiempo que nos desarma a los tibios que pensamos que para un Borbón que nos sale bueno en 200 años, lo suyo es darle cariño. (...)