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Ecologistas y colectivos ciudadanos Iinician una campaña para reducir el uso de bolsas de plástico

Los anuncios institucionales de que van a tratar de reducir el consumo de bolsas de plástico no acaban de cuajar en la sociedad. Ante este panorama, ecologistas, así como colectivos vecinales y de consumidores, han iniciado una campaña por la eliminación de este icono de la cultura de usar y tirar.

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Agustín GOIKOETXEA

Los datos a nivel mundial son desoladores para cualquier ser humano que albergue una pizca de conciencia sobre la necesidad de preservar el ya maltrecho medio natural. Los millones de bolsas de plástico, que se distribuyen a diario de forma gratuita en supermercados y comercios en general, están generando graves problemas de contaminación en el planeta. La razón es bien sencilla: El 90% de este producto fabricado a partir de petróleo va a parar a vertederos o es incinerado.

Un objeto tan cotidiano se ha convertido en un importante quebradero de cabeza al no estar confeccionadas con materiales biodegradables. Desde el movimiento ecologista subrayan que tardan entre 400 y 1.000 años en descomponerse. Su alto impacto ambiental ha inducido a gobiernos de diferentes estados a reducir su uso, reutilizarlas, sustituirlas por otras biodegradables, cobrarlas o prohibirlas como sucede en Sudáfrica, Singapur o Bangladesh, por ejemplo.

«Las bolsas de plástico que nos dan en las tiendas se convierten inmediatamente en basura. Tanto su fabricación como su tratamiento posterior provocan importantes problemas ambientales. Por todo ello -defienden desde Ekologistak Martxan- consideramos que es necesaria su desaparición». Este organismo ecologista, junto a asociaciones vecinales, de consumidores y la Plataforma por el derecho a la salud pública de Euskadi, impulsa la campaña ``Euskadi sin bolsas de plástico'', conscientes de que el mejor residuo es el que no se produce.

Su iniciativa busca concienciar a los ciudadanos de la CAV, así como a las autoridades y empresas que, en la medida de sus capacidades y posibilidades, ayuden a acabar con el abuso de la bolsa de plástico de un solo uso, dada su repercusión negativa para el medio ambiente y la salud. «Una bolsa de basura tiene una vida corta, 12 minutos, y para su producción consume agua, energía y el costo ambiental del consumo de petróleo, una vez convertida en residuo no es degradable», explican los promotores.

En el caso de Bizkaia y Gipuzkoa, en su opinión, tiene aún más sentido la batalla por reducir toneladas de esta manufactura del polietileno para quitar argumentos a quienes apuestan por la construcción de la incineradora de Zubieta y la ampliación de la planta de Zabalgarbi.

En estos años su consumo ha aumentado en un 47% y se sitúa en una media de 5'4 bolsas por familia a la semana a causa de los envases de un solo uso. Ellas solas, según los datos de Ekologistak Martxan, se convierten en un 2'32% del peso de la basura total.

Irlanda fue en 2002 la pionera europea en tomar medidas, al establecer un impuesto -el plustax- que cobra 22 céntimos por cada bolsa distribuida, reduciendo su uso en un 90%. Los fondos obtenidos se destinan a la instalación de contenedores específicos para la recogida de estos residuos. El Ministerio español de Medio Ambiente pretende para 2015 que el 70% de las bolsas sean biodegradables y reutilizables mientras el Gobierno francés, que ya ha logrado reducir su consumo en un 20%, cree posible adelantarse en cinco años a este hito.

Impuesto ecológico de 20 céntimos

Entre las medidas que propone Ekologistak Martxan-Bizkaia, está la petición a los ayuntamientos y al Ejecutivo de Lakua para que regule el consumo «indiscriminado» y gratuito de bolsas de plástico con la imposición de un impuesto ecológico de 20 céntimos por bolsa, tal y como se baraja en Catalunya. «El impuesto se reinvertirá en la investigación y desarrollo de tecnologías que minimicen la generación de residuos y en el desarrollo de mecanismos para impulsar que las bolsas de un solo uso se dejen de utilizar», explican.

El cobro de las bolsas es generalizado en muchos países europeos, siendo una excepción en el caso de Hego Euskal Herria, donde se abona en algunas cadenas de supermercados como Lindl o Dia. Otra solución por la que apuestan las empresas de distribución es optar por materiales «más ecológicos» como el plástico reutilizable, la rafia, el TNT o el almidón de patata. La multinacional sueca Ikea, por ejemplo, vende bolsas de papel. Otra alternativa adoptada por Eroski, Carrefour y también Ikea es la de ofrecer bolsas reutilizables de mayor calidad que las normales y fabricadas con plásticos reciclados.

Al margen de la solución comercial por la que se inclinen las compañías, el colectivo ecologista les anima a sustituirla por otro sistema o bolsa de tela, plegable, carros,... La medida fundamental en este proceso es que los consumidores rechacen las bolsas de plástico, por lo que resulta básico adoptar nuevas costumbres y arroparlas desde las propias instituciones públicas.

Muchos expertos creen que la bolsa de almidón de patata o maíz está llamada a sustituir al plástico. La primera se obtiene de la fécula del tubérculo a la que se le incorporan polímeros biodegradables. De una patata de tamaño medio, según los técnicos, se puede fabricar una docena de bolsas.

Las producidas a partir de almidón de maíz, que se degradan en la basura en tres meses, son un invento de origen italiano y ofrecen un producto con las mismas características de resistencia mecánica que las obtenidas del polietileno. Su coste de fabricación es tres veces superior a las que se quiere hacer desaparecer.

La generalización de ambas alternativas puede acarrear nuevos problemas y más importantes: el encarecimiento de los alimentos como ha sucedido en el caso de los biocombustibles. Desde las empresas que producen bolsas de plástico abogan por su reciclaje y reutilización.

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