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SEGUNDA Pocas ocasiones y reparto de puntos

La fatalidad se ceba con la Real y el Eibar se lleva un empate

La grave lesión de Díaz de Zerio, que debió ser sancionada con falta y expulsión, clave. El árbitro suspendió el partido en el minuto 95 al recibir Lillo un botellazo tras expulsar a Carlos Martínez.

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REAL SOCIEDAD 0

S.D. EIBAR 0

Joseba ITURRIA | DONOSTIA

Si Murphy hubiera nacido unos años más tarde no habría tenido necesidad de maquinar para pasar a la historia con sus leyes pesimistas. Le habría bastado con trascribir lo que le pasa a la Real, porque sus sentencias más negativas se quedan cortas para describir lo que le puede pasar a una Real que está sometida a la más cruel fatalidad.

Al margen de que la mente más macabra no puede imaginar lo que le pasa en el plano institucional, en el deportivo no podía pasar nada peor ayer, que se lesionara el jugador más importante del equipo de una forma tan cruel y grave. Y por si fuera poco para el mal cuerpo que les quedaba a todos los realistas tras ver cómo la pierna de Díaz de Zerio se rompía, el árbitro dejó sin sanción una acción en la que Zigor llega tarde y golpea sin querer al delantero.

Pero ni falta ni expulsión, como en la entrada a Aranburu de hace unos años. No fue justa la actitud de Anoeta con Zigor, que no actuó con mala fe porque sólo buscaba golpear el balón, pero en el fútbol es clave llegar antes que el rival y no puede ser que ni se sancione esa falta y esa expulsión. Y encima el árbitro fue el único que no se enteró de la gravedad de la lesión. El médico y el masajista de la Real tuvieron que entrar en el campo con el balón en juego sin esperar su permiso. El problema es que muchos árbitros no entienden el fútbol y eso les hace ser más malos. Deberían ser los primeros en reclamar un sistema como el ojo de halcón del tenis para no quedar en evidencia.

No puede ser que los más malos de este espectáculo sean los decisivos cuando de sus errores no dependen sólo victorias o derrotas, sino desapariciones de clubes. No fue la única falta que dejó sin sanción a favor de la Real, pero sí la más dolorosa porque la fractura de tibia y peroné dolió a todos los asistentes a Anoeta. Pero no contento con ello, el mismo asistente que no vio la falta que, acompañada de la desgracia de una mala caída, rompió la pierna de Díaz de Zerio, quiso tener su momento de gloria al pedir al árbitro que expulsara a Carlos Martínez.

El remate

Una expulsión en ese momento sólo se puede justificar con un insulto grave y Lillo y el jugador negaron tajantemente cualquier palabra hacia el árbitro y sólo reconocieron un aspaviento ante el que sólo cabe mirar hacia otro lado y evitar problemas. Pero tuvo que rematar su faena y expulsar a Carlos Martínez y eso, unido al grado de frustración e indignación de la gente, tuvo como consecuencia que un aficionado hiciese lo peor que se puede hacer en un campo de fútbol, perjudicar a su club de la peor manera al lanzar una lata.

Y dentro de la fatalidad que destroza a la Real, tuvo tan mala puntería que fue a salvar la protección de los banquillos y golpear con tal dureza a Lillo en la cabeza que cayó fulminado. Y es que si se organiza entre todos los que se sientan en esa tribuna un concurso consistente en golpear a un muñeco de la altura de Lillo situado detrás de la protección del banquillo es imposible que nadie le dé en la cabeza. Pero ayer el único que probó puntería tuvo que darle...

Lo malo no son sólo las consecuencias físicas para la ceja de Lillo, porque el árbitro no tuvo mejor idea que dar por suspendido el partido cuando ya estaba el tiempo cumplido en lugar de decretar su finalización. Y se fue a su caseta sin decir nada y se quedaron en el campo los jugadores sin saber qué hacer hasta que los dos capitanes entraron al vestuario y les comu- nicaron que el partido estaba suspendido, lo que tendrá graves consecuencias para la Real.

Triste que en un derbi entre dos equipos guipuzcoanos los protagonistas tengan que ser un árbitro y un juez asistente llegados de Castilla-León y un aficionado que se arrepentirá toda su vida de la estupidez que cometió. Porque el único protagonismo ayer debió recaer en un jugador ejemplar como Iñigo Díaz de Zerio, que demostró su categoría hasta en la entereza con la que supo llevar una grave lesión que deja al equipo sin su máximo goleador para buena parte de la temporada y al club en una situación muy delicada. Sin él, la supervivencia de la Real pasa a ser el objetivo prioritario. Ahora pensar en el ascenso es complicado, pero es el momento en el que se debe notar el carácter de la plantilla.

Con la gravedad de lo que pasó en estos dos momentos, el resto de lo que aconteció en el derbi es una anécdota. El partido respondió a lo que se podía esperar, con un juego nada vistoso y pocas ocasiones. La Real tuvo más, pero las mejores fueron dos del Eibar que acabaron en el palo en disparos de Yagüe y Codina. El conjunto azulgrana estuvo muy bien colocado en defensa en el primer tiempo, en el que la Real sólo creó peligro por mediación de Gerardo sin que Estrada, Díaz de Zerio y Sergio aprovecharan los tres buenos servicios del lateral.

La Real comenzó mejor el segundo tiempo con tres remates en seis minutos, pero cuando más fuera de lugar estaba el Eibar y más cerca se veía la victoria local llegó la jugada de la lesión de Díaz de Zerio, que fue un mazazo para los locales. A partir de ahí, sólo se pudieron contabilizar dos ocasiones desaprovechadas por Necati, el remate de Codina al palo y todo lo que pasó en ese fatídico minuto final.

Lillo: «El árbitro se ha marchado sin saber cómo estaba, sólo le importó su integridad»

Juanma Lillo quiso evitar al principio hablar del árbitro, pero al final en su última respuesta denunció que «se ha marchado del campo sin saber cómo estaba yo. Sólo le preocupaba su integridad física. Y Carlos no le ha dicho nada, doy fe de ello, muchísimo menos un insulto, pero ahora se sientan y tienen tiempo para tomar decisiones. Y perdemos unos partidos más y me echan a mí y ellos siguen pitando. Le dije al asistente que cuando veáis la acción de la lesión igual no tenéis la conciencia tranquila y tomáis medidas, pero ahora tienen dos cosas para arrepentirse».

Más que por el dolor por el impacto recibido, Lillo se sentía «jodido por no ganar, pero muy, muy mal por lo de Iñigo. La Real y el público guipuzcoano no tiene nada que ver con un proceder de esta índole. Del árbitro, si dijera lo que pienso, éstos se cobran vendetta y en el siguiente te joden más. Después de lo de Aranburu, si aquello no fue ni falta... Menos mal que hablé la semana pasada ganando. Hoy ni un reproche que hacer el equipo, la partida de la segunda mitad fue muy buena hasta lo de Iñigo y en la primera los tres pases de Gerardo... La Real ha hecho lo que debía y que no gane este partido choca».

Carlos Pouso también estaba triste por la lesión de Díaz de Zerio y el incidente final y señalaba que «en nuestra casa y en mi primer derbi está bien sumar un punto, pero de otra manera. Es lo triste. El partido ha sido muy intenso, pero con precipitaciones en ataque. En defensa los dos hemos estado serios». ITURRIA

Operación de Díaz de Zerio y vuelta al trabajo mañana

La operación de Iñigo Díaz de Zerio hoy por su fractura del tercio medio de tibia y peroné marcará un día de descanso para una plantilla realista que mañana empezará a preparar a las diez en Zubieta su visita del domingo al Tenerife (18.00).

El juvenil pierde el liderato tras empatar fuera

El primer juvenil de la Real empató con el Lagunak (0-0) y es superado por el Athletic. Ganaron el Easo (4-1) a la Cultural, el primer cadete 3-0 al Romo, el segundo 2-6 al Allerru, el infantil 4-0 al Lengokoak y el txiki 1-4 al Tolosa. El Sanse necesita puntuar hoy en su visita al Ciudad de Santiago para no caer en puestos de descenso a Tercera.

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