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Raimundo Fitero

Moreno y medio

En casi todas las cadenas le han dado en diferentes programas o informativos un espacio a José Luis Moreno porque había sido recibido por el ministro del Interior con la excusa de agradecerle en persona su satisfacción porque habían detenido a los presuntos autores de la paliza que le dieron en su chalet en un robo sufrido hace unos meses y que fue noticia bien difundida en todos los medios de comunicación.

Desde luego el señor Moreno es conocido, y es de bien nacido ser agradecido, y se comprende que si es cierto que han detenido a los que le propinaron una paliza bastante salvaje, lo agradezca públicamente y hasta me parece de recibo que al salir de la reunión con el ministro se convierta en el propagandista sindical de los guardias civiles y pida aumento de sueldos para todos los funcionarios de la benemérita y de otos cuerpos. Dijéramos que hasta ese punto, todo entra dentro de unas circunstancias y de unos comportamientos con los que podemos estar o no de acuerdo, y nosotros entendemos que es desmesurado, como siempre lo es el ahora llamado productor televisivo, pero la cuestión es el tiempo dedicado a la difusión de la noticia en diversos programas y noticiarios.

Y el premio se lo ha llevado ese anacronismo histórico que se llama «Corazón de otoño», ya que han pasado su comparecencia ante los medios íntegra, o al menos, muy poco recortada, y hay que recordar que este gran hombre de la televisión es capaz de estar cien días y sus noches hablando. Lo que ha dicho el antiguo ventrílocuo forma parte de su mentalidad propagandística, de sus neurosis, pero que una televisión pública, en la que, por cierto, no tiene programa ni vinculación alguna en estos momentos, le dedique tanto espacio en un programa del corazón es, cuando menos, irritante. Mezclar la noticia de unas detenciones, con la inseguridad ciudadana; la gloria de un ministro peliculero, el agradecimiento de un agredido violentamente en un acto delictivo en un programa de vísceras y conexiones coloreadas en rosa con la realidad, no se justifica. A quienes le empalaga el señor Moreno, han tenido Moreno y medio, en un acto de sublimación improcedente.

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