Rubalcaba es un tipo frío y realista que no se corta al declarar, después de detener en Francia a quien le endosan la máxima responsabilidad militar de los últimos años, de que no se haga nadie ninguna ilusión, que ETA no va a desaparecer. No se puede considerar una primicia en sí, pero al venir del máximo responsable de la inteligencia policiaca es una noticia eminentemente clarificadora, pues el conflicto actual entre Euskal Herria y el Estado español (recordémoslo una vez más: por la imposibilidad de decidir libremente el futuro) razón por la que ETA sigue en guerra y así lo ha manifestado la organización armada por activa y por pasiva, continuará existiendo a decir del ministro español.

Después de esta analizada, supongo yo, conclusión del jefe de todos los policías (de los que torturan también), de que ETA ni se disolverá, ni se evaporará, ni se difuminará, entramos colectivamente en el terreno de la decepción política, por lo que de sufrimiento humano significa la declaración para ambas partes. Un sufrimiento que es la representación viva de la de falta de democracia que padece Euskal Herria. Si el ministro español piensa que ETA no va a desaparecer, otros tal vez puedan pensar que el derecho a la resistencia o a la defensa es un derecho inalienable de los pueblos y de la condición humana.

Rubalcaba nos sugiere que las partes se preparen psicológicamente para un largo conflicto político y militar con el consiguiente padecimiento y deterioro de la convivencia, en definitiva, que apuesta por lo que estratégicamente se llama guerra de desgaste. Y esto tendría que doler a todos por la aflicción y la pesadumbre que conlleva, porque ahí la historia militar viene a explicar que el invasor siempre lleva la peor parte. Una amiga presa del 18/98 también me recuerda a David y Goliat.

Ante la sorpresa de que el tiempo vuela, se están preparando a conciencia para una contienda de largo recorrido y la «ley Parot» es un mecanismo más de esta tortuosa dinámica. Pero demostrado un fracaso, se generaliza la ley. Han reingresado después de ocho meses en libertad por la aplicación de esa ley a un acosador sexual después de 16 años de prisión sin abordaje terapéutico; piensan que en los cuatro años restantes lo reinsertarán, lo reintegrarán y lo sanarán. ¡Ésa si que es una verdadera desilusión!

De hecho, la ilusión algunos la perdieron ya hace muchos años, cuando se dieron cuenta de que no existe el tiempo muerto y de que cada vez se está más cerca del momento de la liberación o de la relevación, vamos, que no sirve encarcelar más vascos que Franco, parar el reloj e irse de copas a cazar osos. Ahora lo ha verbalizado Rubalcaba, para que los ilusos bajen de la higuera y se pongan a trabajar en el ámbito judicial dictando medidas represivas perpetuas para el independentismo, cuando todos saben, Rubalcaba el que más, que la seguridad de la aldea depende de la comprensión de una pacificación.

No existen misterios psicológicos para descubrir cómo puede declararse un alto el fuego total, permanente e irreversible. La hipótesis de la pacificación de Euskal Herria no puede ser falsa sin que seamos capaces de demostrar que lo es y ahí están los primeros pasos de EA sin el rebufo del PNV, en crisis política y de negocios. Ahí esta también la explicación de los abertzales, que por simple y acertada recuerda la navaja de Ocam pero con hierro de Azpegia, utilizada con un coraje notabilísimo. Lo más sencillo es lo más probable, o sea, la unión siempre hace la fuerza.

El iluso uniformado con la insignia de la reconquista en la pechera, a modo de Oráculo de Delfos, vaticina que nos dejara sin dientes, sin cabeza, sin brazos... no leyeron a Gabriel Aresti,.... sin dientes, sin cabeza, sin brazos..., baina nire aitaren etxeak iraunen du zutik!, para los ilusos..., ¡¡pero la casa de mi padre aguantará en pie!!