Petronor no podría estar más satisfecha con su fichaje multimillonario del pasado verano. Ayer, Josu Jon Imaz recibía con alborozo la noticia de que Lakua le permite construir la planta de coque, al otorgar la declaración favorable de impacto ambiental y la Autorización Ambiental Integrada. Muy malas noticias para el pueblo de Muskiz, que comprueba en medio de la desolación cómo las intrigas de palacio han conseguido finalmente dar luz verde a un proyecto que, hace tan sólo unos meses y gracias a la presión popular, se encontraba al borde del precipicio.

A estas alturas, a nadie deben sorprender las oscuras maniobras de una compañía de la envergadura de Petronor para conseguir el objetivo que como empresa se le supone: incrementar al máximo su cuenta de beneficios. Lo que llama la atención es el intolerable espectáculo representado por los diferentes actores públicos implicados en esta lamentable tragicomedia. Como protagonista estelar, Eusko Alkartasuna en el papel de Dr. Jekyll en el Ayuntamiento vizcaino -oponiéndose a la planta por sus perniciosos efectos sobre la salud y el medioambiente- y Mr. Hyde en el Gobierno de Lakua -concediendo autorizaciones de dudosa legalidad-. Eso sin olvidar el relumbrón del bienpagado Imaz, ni el papelito discreto pero resultón del presidente del Athletic, Fernando García Macua.