Ségolène Royal venció en la primera vuelta de las votaciones internas del Partido Socialista (PS) francés, después de que su militancia le otorgara el 42,9% de su apoyo para que sustituya al frente de la formación a François Hollande, que deja el cargo de primer secretario después de once años. Martine Aubry logró reunir el 34,5% de los votos y Benoît Hamon, el tercero en discordia, el 22,6%.

El hecho de que ninguno de los tres aspirantes obtuviera la mayoría absoluta obligó a celebrar ayer una segunda vuelta, para la que Royal debía partir como favorita debido al respaldo conseguido. Sin embargo, Hamon llamó ayer a votar «en masa» por Aubry en la crucial segunda ronda, lo que le situó con más posibilidades de hacerse con el liderazgo del partido.

Cinco días después de un Congreso que fracasó en su objetivo de presentar una línea clara de actuación y una candidatura de consenso, los militantes del PS debían elegir ayer entre dos mujeres con dos estilos opuestos a la líder que sea capaz de curar las heridas de la división interna y de volver a dar consistencia a la oposición al presidente francés, Nicolas Sarkozy. Los 230.000 afiliados -el 40% de los cuales se abstuvo el jueves- votaron de nuevo en la segunda vuelta, en la que las claves eran el traspaso de votos y la participación. Los resultados estaba previsto que se conocieran pasada la medianoche.

La cita con las urnas suponía también la hora de la verdad para Ségolène Royal, que al conocer el escrutinio de la primera vuelta dijo que «los militantes han señalado claramente su voluntad de cambio».

Royal afirma personificar el «renacimiento» del partido con el apoyo de la militancia. «Somos la garantía de este cambio, de este anclaje en la izquierda, y también de la apertura a todas las nuevas ideas», declaró.

Aubry contestó que los afiliados del PS «se plantearán una sola y única cuestión: quién es mejor para dirigir el partido».

Formadas las dos en la Escuela Nacional de Administración (ENA), crisol de las élites francesas, ambas son igualmente ex ministras. Pero en todo en lo demás son dos polos opuestos. El estilo austero de Aubry contrasta con el toque de «glamour» de Royal. La primera aboga por mantener las estructuras del partido, mientras que la segunda quiere una formación más «participativa», dando aún más la palabra a las bases. Aubry rechaza toda alianza en el ámbito estatal con el centro, opción que defiende Royal.