Al menos 27 personas murieron y más de un centenar resultaron ayer heridas como consecuencia de la explosión de dos coches bomba en Peshawar y Orakzai. Estos son los primeros atentados que sufre Pakistán tras los ataques de la pasada semana en la ciudad india de Mumbai, con los que Delhi relacionó a su vecino paquistaní.

La mayoría de las víctimas, veintiuno, murieron al estallar un vehículo en el abarrotado mercado de Qisakhawani, cercano a una mezquita chií de la ciudad de Peshawar, que no está lejos de las zonas tribales en las que el Ejército paquistaní combate a combatientes próximos a Al Qaeda, en la frontera con Afganistán.

Tras la explosión, que causó destrozos en comercios cercanos, devastó un hotel e incendió varias viviendas, tuvo lugar un apagón en la zona, lo que dificultó las tareas de rescate y la llegada de las ambulancias.

El inspector general de Policía de la Frontera del Noroeste (NWFP), cuya capital es Peshawar, Malik Navid Khan, descartó que se tratara de un ataque suicida y explicó que la potente explosión formó un gran cráter en la zona.

En Peshawar, donde durante las últimas semanas se está dando un alarmante aumento de la violencia, han tenido lugar varios atentados contra mezquitas chiíes o zonas en las que predomina población de esta corriente del Islam.

Algunas horas antes, otro atentado con coche bomba mató a seis personas en la región tribal de Orakzai, cerca de Peshawar. Esta es la única zona tribal, donde también los chiíes son mayoría, que no limita con Afganistán y no acostumbra a ser escenario de combates entre los insurgentes y las fuerzas de seguridad paquistaníes, pero sí se ve azotada a menudo por conflictos sectarios.

Acuerdo

Los dos atentados coincidieron en el tiempo con el acuerdo de los presidentes de Afganistán, Hamid Karzai, y Pakistán, Asif Ali Zardari, de «aumentar la cooperación en la lucha antiterrorista». «Hemos acordado llevar esta lucha antiterrorista a un plano más detallado y cooperativo, que englobe a todas nuestras instituciones», dijo Karzai.

Ambos mandatarios se reunieron en Estambul, bajo la mediación de su homólogo turco, Abdullah Gül, y en el encuentro se decidió constituir un grupo formados por secretarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de cada uno de los tres países que «trabajará en la puesta en marcha de medidas que creen confianza».