Mario Picazo, el emblemático hombre del tiempo de Tele 5, ha sido despedido para abaratar costes y en su lugar la cadena ha contratado a una empresa dirigida por otro meteorólogo de la competencia, concretamente de Cuatro y la SER, Florenci Rey. Por ello Javier Gómez, nuestro preferido, sentenciaba en su siempre esperadas entradillas a su espacio sobre el tiempo de las tres de la tarde en La Sexta: «se jubilan los de la primera, despiden a los de Tele 5, menos mal que yo no soy meteorólogo». Y dio su parte, tan pancho.

Los costes van a ser la excusa predilecta de los empresarios televisivos para ir acomodando sus estructuras a los tiempos que vienen en los que la bajada de ingresos por publicidad se aventuran cuantiosos. Así que nos mantenemos atentos porque el baile no ha hecho nada más que comenzar. Las mediciones de Sofres van a ser todavía mejor sistematizadas y ya advierten de que van a ampliar el número de aparatos «contadores» que se instalen. Todo para que se depuren con mayor fiabilidad los datos y los análisis se puedan hacer de manera más profunda. Como andamos en la época de los puentes, de los libros vascos amontonados y seleccionados con criterios impropios, la acumulación de regalos preventivos y el acopio de materiales de gastronomía festiva que nos recomiendan sean productos congelados y etiquetados, y como parece ser que vuelven los esquiadores de verdad, los de mochilazo y marmita con alojamiento en albergue, los hoteles hacen ofertas desmedidas no solamente en la nieve, también en el asfalto, así que todo queda aplazado, a la espera de acontecimientos.

Por lo tanto, en esta molicie, probablemente la mejor respuesta es ver al núcleo de importante ejemplaridad de «Padre de familia», del que cada vez me siento más fiel seguidor. Es la serie que más cantidad de incorrecciones políticas y sociales comete por entrega, diría que por minuto de emisión. Sus personajes son muy abrasivos y sus guiones nos colocan en ocasiones frente al exabrupto, la provocación, la salvajada. Pero los queremos porque al fin y al cabo son una radiografía de nuestras inseguridades y cinismos expresados en plan gamberro. Y sin coste adicional.