Aranzadi descubre restos óseos de 1.195 vascos en el Valle de los Caídos
Los trabajos de investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han dado sus frutos. Tras una breve visita al archivo del Valle de los Caídos, Iñaki Egaña y Jimi Jiménez han descubierto que en los imponentes columbarios del monumento funerario levantado por Francisco Franco se encuentran los restos óseos de 1.195 vascos, en su inmensa mayoría personas que defendieron la legalidad republicana en 1936.
Agustín GOIKOETXEA |
A finales de noviembre, los investigadores Iñaki Egaña y Jimi Jiménez se desplazaron hasta la finca de Cuelgamuros, donde se erige el mausoleo que ordenó construir Francisco Franco con mano de obra esclava de presos republicanos entre abril de 1940 y abril de 1959. Su objetivo era, por un lado, hacer un inventario de todos los envíos de restos humanos realizados desde Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa al Valle de los Caídos y, además, conocer la identidad de los cientos de gudaris, milicianos y represaliados vascos cuyos huesos fueron llevados hasta ese paraje madrileño.
El archivo -gestionado por Patrimonio Nacional, organismo autónomo dependiente del Ministerio español de Presidencia- se abrió para que Egaña y Jiménez escrutaran en sus fichas soportando un frío helador. Los investigadores disponían del permiso desde junio, después de haber aguardado durante siete meses a que el Ejecutivo español se lo concediese. Normalmente las autorizaciones se conceden en unos días, aunque el historiador donostiarra y el arqueólogo durangarra se han enfrentado a esa demora en su investigación sobre la memoria histórica.
La visita a Cuelgamuros era la conclusión al arduo trabajo efectuado durante años con la correspondencia generada entre los gobernadores civiles y el Ministerio español de Gobernación hasta 1959. De esta documentación analizada en noviembre de 2007 en el Archivo General de la Administración española en Alcalá de Henares obtuvieron buena parte de las pistas.
Otra fuente fueron los datos obtenidos con la información que numerosos ayuntamientos vascos les aportaron hace tres años a través de una encuesta. Partiendo de esa información y de otra conseguida tras repasar la prensa de la época, los investigadores fueron descubriendo las claves de la basta operación de traslado de miles de cadáveres diseñada por el régimen franquista después de los problemas y negativas de los familiares del bando vencedor a desplazar los restos de los suyos al Valle de los Caídos. En el mausoleo están enterradas 33.846 personal, entre ellas Franco y José Antonio Primo de Rivera.
El plan, tejido por el ministro español de Gobernación Camilo Alonso Vega, ordenó a los gobernadores y a los puestos de la Guardia Civil redactar informes sobre fosas y enterramientos «irregulares», cuyos contenidos fueron enviados en cajas numeradas a la sierra de Guadarrama. El grueso de los envíos -617 cadáveres, según los datos de Egaña- fueron de Araba, un lugar conocido por el militar gallego, que en 1936 siendo teniente coronel de Infantería impulsó la sublevación fascista en este herrialde y dirigió la IV División de Navarra. Alonso Vega era meridianamente claro en sus instrucciones: «Deberá este Gobierno Civil, sobre un mapa de 60x60 centímetros de su provincia, determinar las localidades en las que existen caídos o inmolados a trasladar».
En las pesquisas previas, los investigadores de Aranzadi descubrieron unas declaraciones del entonces gobernador de Araba en 1959 al diario ``El Pensamiento Alavés'', en las que se mencionaba que del cementerio de Gasteiz fueron trasladados 142 esqueletos y se gestionaba el de otros 170. «Se hizo en dos camiones militares en los que se cargaron 29 cajitas con los restos correspondientes a otros tantos cadáveres, además de 9 cajas múltiples con restos no identificados y que debían de proceder de los muertos en la batalla de Villareal», señaló entonces Egaña.
Ahora, tras estudiar en noviembre las fichas del Centro de Documentación del Valle de los Caídos, el historiador donostiarra concluye que son 1.195 los restos de vascos localizados, de los que 617 proceden de Araba, 203 de Bizkaia, 231 de Gipuzkoa y 144 de Nafarroa. «Algún envío, en concreto desde Gasteiz, que creíamos que había llegado, finalmente no se materializó», explica.
De territorio alavés, afirma tener constancia por otros documentos de que 117 de los trasladados eran muertos en la batalla de Legutio. Eran algunos del millar de gudaris y milicianos que perdieron la vida entre el 30 de noviembre -festividad de San Andrés- y el 23 de diciembre de 1936 en una de las más cruentas batallas habidas en Hego Euskal Herria. «En todos los casos -apunta- pone que la procedencia es de Gasteiz. Del total, 433 tienen identidad `desconocida' lo que supone que son republicanos. El resto son franquistas».
Son muchas las fichas en las que aparece la palabra «desconocida» como identidad. De Gipuzkoa fueron enviados a Cuelgamuros, según la información obtenida por Egaña y Jiménez, 231 restos de personas en tres entregas. Se trata de 81 esqueletos procedentes de Donostia, 125 de Tolosa, 20 de Irun, 2 de Elgoibar y uno de Beasain, Eskoriatza, Lezo, Oiartzun y Orio.
Un primer traslado tuvo lugar el 24 de marzo de 1959, cuando llegaron al mausoleo madrileño las osamentas de 16 personas, perfectamente identificadas, que procedían de Beasain, Donostia, Elgoibar, Eskoriatza, Irun, Oiartzun, Orio y Tolosa, respectivamente.
Tres años después, el 5 de julio de 1962, se transportaron los restos de otros 102 fallecidos, de los que 80 se enviaron desde Tolosa, 18 de Irun, tres de Donostia y uno de Elgoibar.
Los «desconocidos» de Tolosa
De los mandados desde la villa tolosarra, once no estaban identificados, aunque los investigadores consideran que tras el epígrafe «desconocidos» se ocultan caídos del bando republicano. La última entrega tuvo lugar el 17 de mayo de 1963. Fueron 120 personas completamente identificadas, 119 desde Donostia y una desde Lezo.
Los investigadores han tratado de hallar datos sobre los cientos de desaparecidos que aún buscan sus familias y que pueden encontrarse entre las fichas bajo el epígrafe «desconocido». «Pensabamos -explica Egaña- que igual encontrábamos alguna pista sobre los curas fusilados en Hernani, entre ellos Aitzol, pero no hay evidencias, aunque no descartamos la hipótesis. Hay un envío que pone `desde Tolosa' que da lugar a varias interpretaciones».
Esta pista la siguen desde que investigando en el archivo municipal de Hernani encontraron un informe de la Guardia Civil, de junio de 1958, en el que se citaba la presencia de varios sacerdotes en una fosa. Uno de ellos era el tolosarra José Ariztimuño Aitzol, arrestado en alta mar cuando viajaba a Bilbo, encarcelado en Ondarreta y fusilado el 17 de octubre de 1936 junto a la tapia del camposanto hernaniarra.
Todos los envíos tuvieron lugar de marzo de 1959 a mayo de 1963, según han constatado Egaña y Jiménez. De Nafarroa llegaron al gran osario de la sierra madrileña 144 restos, procedentes de Aberin, Arandigoien, Aiegi, Cadreita, Iruñea, Milagro, Murillo, Ribaforada y Tutera, aunque prácticamente la mayoría fueron depositados más tarde en el Monumento a los Caídos construido en la capital, junto a las tumbas de Emilio Mola y José Sanjurjo.
De Bizkaia llegaron a Cuelgamuros convoyes con esqueletos recogidos por el régimen franquista en Balmaseda, Bermeo, Bilbo, Busturia, Durango, Karrantza, Fruiz, Gamiz-Fika, Gernika-Lumo, Gordexola, Gueñes, Loiu, Markina-Xemein, Murueta, Muxika, Urduña y Santurtzi. También se llevaron del camposanto de Otxandio, donde al parecer fueron enterrados muchos de los combatientes en la cruenta batalla de Legutio, al margen de los que reposaban en la capital alavesa.
Dora Grass, hija del capital del batallón Azaña de Izquierda Republicana Pedro Grass Gotanegra, no oculta su «indignación» por la falta de interés del Ejecutivo de Lakua hacia las peticiones que desde mayo vienen remitiendo al lehendakari, Juan José Ibarretxe, para que se involucre dando apoyo a los investigadores de Aranzadi que tratan de hallar los restos de sus familiares.
Grass confiesa que persigue una compensación económica gubernamental «justa», al haber muerto su padre en acto de servicio en la batalla de Legutio a las órdenes del Gobierno de Agirre. «Mi padre era el paradigma del soldado bilbaino. Tiene que haber cientos como él», añade. Curtida en mil batallas y conocedora de los diversos recovecos jurídicos, ultima una demanda en los tribunales contra el Ejecutivo de Gasteiz para que le reconozcan una indemnización y una pensión. «Quiero una compensación histórica pero también económica», manifiesta a GARA.
A.G.
Se estima que 33.846 personas están enterradas en el Valle de los Caídos, de los que más de la mitad -cerca de 20.000 restos- están sin identificar. De ellos, según los expertos, 8.000 serían gudaris y republicanos.
Los 761 cadáveres trasladados a la finca madrileña de Cuelgamuros desde Araba y Nafarroa procedían de Gasteiz, Aberin, Arandigoien, Aiegi, Cadreita, Iruñea, Milagro, Murillo, Ribaforada y Tutera.
Los 203 trasladados de Bizkaia son de Bermeo, Balmaseda, Busturia, Bilbo, Durango, Fruiz, Karrantza, Fika-Gamiz, Markina-Xemein, Loiu, Gernika-Lumo, Gueñes, Gordexola, Murueta, Muxika, Orduña, Otxandio y Santurtzi.
Los 231 restos humanos llegados de Gipuzkoa al mausoleo del Valle de los Caídos procedían de envíos realizados desde localidades como Beasain, Elgoibar, Eskoriatza, Donostia, Irun, Lezo, Oiartzun, Orio y Tolosa.
Los investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi trabajan en la actualidad ordenando la ingente documentación obtenida en los últimos años -la última, los datos extraídos del Valle de los Caídos- de cara a redactar unos informes que ayuden a cientos de familias vascas a encontrar los restos de sus seres queridos.
La pretensión de Iñaki Egaña y Jimi Jiménez es la de elaborar tres informes. Uno, explica el historiador donostiarra, relativo a los ciudadanos alaveses y todo lo acontecido en Araba, que contará con toda probabilidad, adelanta Egaña, con una ayuda económica de la Diputación que preside Xabier Agirre. Es la única ayuda institucional que estiman van a tener en su ardua labor.
Además, redactarán un segundo informe relativo a la batalla de Legutio, con otra documentación anexa y, por último, avanza el investigador de Aranzadi, otro relativo a la Batalla del Ebro y los traslados masivos al Valle de los Caídos.
«Entre los miles de trasladados -subraya- hay vascos y sus familiares se dirigieron a nosotros para recabar información».
Para este último informe, explica Egaña, están a la espera de coordinarse con la Generalitat de Catalunya, «con la que ya hemos dado los primeros pasos».
No les falta tarea a estos investigadores vascos de la memoria histórica que con sus pesquisas pueden ayudar a esclarecer definitivamente el paradero de muchas personas después de muchas décadas. Iñaki Egaña, consciente de que serán muchas las personas que tratarán de ponerse en contactos con ellos para conocer de sus hallazgos, les hacen un llamamiento para que se dirijan directamente a la Sociedad de Ciencias Aranzadi.