... y harás amigos
«Dí que sí»
Después de una etapa en la que Jim Carrey ha demostrado su capacidad dramática para la interpretación, vuelve a la comedia con un registro algo menos histriónico, pero tan o más divertido que antes.
M. INSAUSTI | DONOSTIA
Por lo habitual se suele entender que un «yes man» es alguien servil, lo que se considera un «pelota». Pero en la versión original de «Di que sí» esta acepción cobra un sentido positivo, porque dentro de la negatividad del mundo actual el responder de vez en cuando afirmativamente hasta puede resultar terapéutico. La idea proviene de una de las insólitas novelas del joven humorista escocés Danny Wallace, quien recoge sus experiencias en un libro, tras haber practicado durante seis meses el contestar con un rotundo «sí» a todo cuanto le propusieran, sin poner excusas o dar largas. Fue el consejo que le dio su anciano y sabio compañero de compartimento en un tren durante un viaje, quien le recomendó que dijera que «sí» más a menudo en su vida, que era lo que le faltaba para ser feliz. El método se reveló sencillo pero difícil de cumplir, a la vez que propició la consiguiente sátira de los manuales de autoayuda. El juguetón y provocativo espíritu de Wallace revolotea por la película de Peyton Reed, autor de la deliciosa comedia-homenaje a Doris Day y Rock Hudson «Abajo el amor», con la imprescindible colaboración cómica del actor que sigue siendo el número uno del género, el único e inigualable histrión Jim Carrey. En «Mentiroso compulsivo» hizo justo el papel contrario, así que debe invertir el proceso como una especie de reto personal. Tal vez por ello, llegado el momento de tener que practicar «puenting», puesto que su personaje no dice que «no» a ninguna invitación, quiso hacerlo sin dobles y a conciencia. Es una de las muchas actividades en las que deberá aceptar participar de buen grado, en cosas que jamás hubiera imaginado, como aprender coreano o a tocar la guitarra.