Cuantos en su día sobrevaloraron a Neil LaBute como autor cinematográfico han de terciar ahora con su anodina etapa comercial, donde se ve incapaz de sacar a relucir un estilo mínimamente personal. Tras la decepción que supuso su incursión en el fantástico con «Wicker Man», llega este thriller de ambiente racial hecho a la medida de Samuel L. Jackson. El actor afroamericano encarna a un policía que no tolera que los suyos se emparejen con blancos, por lo que recibe muy mal a una pareja interracial recién llegada a su barrio. Una rebuscada provocación argumental para el comienzo de la «era Obama».