Sobre una impecable instrumentación, las melodías conquistan el espacio Gatibu
PABLO CABEZA
El primer síntoma de reactualización del sonido Gatibu se percibe en el sobrio, elegante y otoñal diseño de «Laino guztien gainetik, sasi guztien azpitik», a cargo de Noé Galarza. La sensación se prolonga con una de las mejores composiciones del repertorio de Gatibu, «Bang bang txiki txiki bang bang», con la que demuestran ser capaces de ponerse en la onda de las formaciones actuales más pujantes orientadas hacia el rock de baile. En realidad, Gatibu no ha buscado advertir sobre su capacidad para sonar tan jóvenes como el tiempo presente o tan dinámicos como la última tendencia del rock; simplemente tomó una de las direcciones posibles hacia el nuevo álbum y nació el sorprendente «Txiki txiki», para regresar, tan sólo una esquina después, a la clásica sonoridad que ha tramado los seis años de vida del cuarteto. Y cabe alegrarse de que los hechos sean de esta forma, que su rock and roll, no tan alejado de unos últimos Platero o el mismo Fito, continúe con las mismas claves. Para vanguardias ya están otros, para sicodelias los del más allá y... así. Gatibu son los admirables fraseos de guitarra rockera de Haimar, que parecen inagotables, el ritmo de cuadrícula de Mikel y Gaizka, vaya dúo, y los textos y singular entonación de Álex, convertido, casi a su pesar, en uno de los mejores vocalistas que ha conocido la escena vasca. Destacados músicos que, además, han creado un disco de rock and roll clásico perfecto, impecable. «Ure dakar zeruek», «Bizitzeko gogoa», «Pailazo», el potencial single «Zeu zeu zeu!» o las delicadas «Apirilaren», repleta de intensas guitarras, «Zoragarrixori», y el hermoso trazo de «Hitz artien galdute», completan un disco sin vanguardia, pero con mucha frente.