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La selección vasca no jugará en navidades

Hay goteras en Sabin Etxea y lo pagan los futbolistas

Si todos los que dicen que manipula la izquierda abertzale lo estuvieran y todos los acusados de ser de ETA lo fueran, hace tiempo que habrían conseguido la independencia. Tras intentar imponer el cambio de nombre, el PNV e Iñaki Dobaran van a pelearse con los futbolistas por no someterse al dictado de Sabin Etxea en lugar de pelearse por la oficialidad

Iñaki IRIONDO

Para ser «cuatro y un tambor», como en su día dijera el que fue ministro del Interior José Barrionuevo, y estar además ilegalizada, desprovista de sedes y sin posibilidad legal de expresarse abiertamente, hay que ver la de quebraderos de cabeza que al PNV le produce «la izquierda radical autodenominada abertzale». Si los casi mil futbolistas y deportistas de todas las modalidades que han reclamado la oficialidad de la selección de Euskal Herria estu- vieran realmente manipulados o al servicio de «la izquierda radical autodenominada abertzale», como dice el PNV, y todos los ilegalizados y acusados de pertenencia a ETA por los tribunales españoles fueran realmente militantes de la organización armada, hace tiempo que hubieran conquistado la independencia e incluso habían podido tomar Madrid.

El problema del PNV en relación a la selección no es «la izquierda radical autodenominada abertzale», al igual que en los casos Guggenheim y Balenciaga la cuestión no es que en el Parlamento estén «revolviendo la mierda porque hay elecciones». Lo que cabrea a Sabin Etxea es que hasta la fecha había controlado los resortes de la CAV hasta poder hacer lo que le viniera en gana y ahora empieza a haber goteras en el techo. Ya no hay mayorías absolutas que permitan ocultar los escándalos en sociedades públicas, los jeltzales no siempre ganan las elecciones y hasta pueden perder las próximas, los socios de coalición se toman la libertad de intentar volar solos y hasta los futbolistas -gente de buen conformar y por lo general poco propensa a meterse en líos- se plantan cuando ven que el PNV mete mano en la Federación Vasca de Fútbol para cambiarles el nombre de la selección de la camiseta verde que quieren defender.

Hay nervios en Sabin Etxea (y hasta en Ajuria Enea) y éstos conducen a calcular mal las fuerzas propias y las ajenas. Al PNV le sentó muy mal que año pasado la selección pasara a llamarse Euskal Herria. Iñigo Urkullu lo dijo con claridad: «Como nacionalista del PNV, Euskadi es nuestro proyecto político». Así que creyó que bastaba con ordenar al presidente de la FVF, el jeltzale Iñaki Dobaran, que volviera a restituir el nombre de Euskadi para que todos dijeran amén. Y no ha sido así. Los jugadores han mantenido el pulso, porque están hartos y lo que quieren es una selección de verdad y no una pachanga cada navidad. Y ésa es la batalla que ni Dobaran ni el PNV se atreven a dar de verdad. Por eso, en vez de pelearse por la oficialidad donde deben, van a pelearse con los jugadores y con «la izquierda radical autodenominada abertzale».

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