Josu Imanol Unanue Astoreka Activista social
Cuentos chinos para la imposición
Me da pena pensar que en un futuro que me parece aún lejano será terrible la labor de las generaciones venideras para solucionar los entuertos en los que nos han sumergido a los ciudadanos de este país, y depurar las herencias, las actitudes, los abusos...Reconozco que es arduo el papel de quienes intentan demostrar que toda disi- dencia consecuente ha de ser ilegalizada o perseguida de manera democrática, pero no cabe duda de que, visto qué hay de libertad y las leyes a la carta, lo tienen mas fácil que enjuiciar a quien pide colgar a los «nacionalistas» o quien alaba y defiende al franquismo y sus herencias o ¿por qué no?, a los que ninguneando la decisión popular imponen sus proyectos agresivos.
Me consta que, puestos en la labor de aplicar un término delictivo a quien no delinque, nadie puede mejorar a los españoles de aquí o allá, y a los que se aprovechan de esta u otra circunstancia anómala. Así, llevo tiempo preocupado por la involución del régimen en que vivimos, del cual sólo vienen palos y mensajes de desesperanza. Curioso proceder, puesto que sabiendo que estamos en Europa y en la llamada cuna de las civilizaciones, si esto padece buena parte de esta sociedad, ¿qué citar de los llamados países tercermundistas o no desarrollados? ¿O será que estamos manifiestamente equivocados y nada es comparable y Europa versus Estado español merecen más de un cuidado al llamarlo «democrático» o «civilizado»?
Que conste que aviso, que al paso que vamos lo lamentarán también otros que en sus sedes celebran con champán más escaños, sillones, cargos no correspondidos que le otorga la generosa situación anómala que vivimos en esta nuestra nación, esa menguada que algunos insisten en bautizarla como Euskadi o la que otros la vivimos como Euskal Herria.
Y todo es matemática pura, a más cargos, más dinero y poder para seguir gestionando una empresa de despropósitos y abusos, mas años de amiguetes comiendo del banquete del cemento, ayudas, carreteras, negocios... quién sabe qué más.
Me da pena pensar que llegado el momento, en un futuro que me parece aún lejano será terrible la labor de las generaciones venideras para solucionar los entuertos en los que nos han sumergido a los ciudadanos de este país, y depurar las herencias, las actitudes, los abusos... todo ese amiguismo interesado, y no digamos cuando se pretenda buscar responsabilidades y se sancionen.
Dejo claro que no deseo que nadie lea en este pequeño escrito ninguna amenaza, puesto que amenaza es saber que, hoy por hoy, son las palabras con sentido las que faltan y sobran los hechos y actitudes represivos. Así, de todos sabido que en este país hay decenas de miles de personas que tienen prohibido pensar y otros miles que pretenden ocupar los lugares que no les corresponden, todo en nombre de una causa «justa» e interesada, que ya estoy hasta temiendo por su prepotencia, chulería y oscuro objetivo final. Lo digo claro, no todo vale.
Y es que se ve muy fácil, sin contemplar las consecuencias, ilegalizar o perseguir ideas, recurriendo a artimañas premeditadas, citando posteriormente otras situaciones que lo justifican. Cuando no brindar por la situación mantenida eternamente y no ofrecer soluciones a esta sociedad ya asqueada de tanta palabra vacía y de esos que se autodenominan políticos, aunque les correspondería más el término buscapleitos, inoperantes parlanchines o vividores de verbo fácil. Todos los conocemos.
Y en el mismo proceder esa continua negación de los derechos ciudadanos para la participación y de las imposiciones habituales, utilizando de manera cada día menos velada cualquier excusa por más legalista que sea y que cada vez es mas frecuente en el sistema establecido.
Porque tampoco es verdad que ahora y sólo ahora se hará el TAV en contra de lo que algunos opinemos. El TAV se esta imponiendo, al igual que otros proyectos, desde su inicio, sin ninguna aceptación de las opiniones de los ciudadanos de este país, pero sobretodo en contra de la opción y deseo de los más perjudicados directamente, todo lo demás es cuanto chino y ganas de ningunear toda disidencia.
La misma historia de siempre en nombre del progreso y el futuro, que en realidad sólo es negocio personal y partidista e hipotecar el futuro de las generaciones venideras.