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Txisko Fernández Periodista

El silencio permite escuchar mejor

Encontrarse en un espacio sin ruidos nos permite escuchar mejor las voces interiores, reflexionar sobre esas impresiones que nos llegan camufladas entre el ruido, entre el estruendo de los gritos. Por eso, estos últimos días hemos podido comprender mejor dónde residen los principios éticos de quienes, ante el clamor de la ciudadanía, no sólo no escuchan, sino que incluso cierran los ojos para no ver el dedo acusador.

Ante los testimonios de tortura, silencio; un silencio cobarde, insolidario y, políticamente, irresponsable. Ante lo insólito de que un grupo de ciudadanas y ciudadanos vascos anuncie su ingreso en ETA como consecuencia de un acoso policial incontestable, silencio; silencio censurable en los medios de comunicación que han llenado estos días sus páginas alabando esa Constitución española que firmó el franquismo oficial y monárquico, junto a socialistas, comunistas y liberales; silencio irresponsable de políticos presuntamente interesados en resolver el conflicto que sufre Euskal Herria.

No se trata de exigir condenas, oficio en el que sí se prodigan dirigentes políticos, sindicales, empresariales y episcopales de este país. ¿Quién no condena la tortura? ¡Si lo hacen hasta quienes persiguen a los torturados que logran guardar algo de resuello cuando llegan al tribunal especial madrileño! ¿Alguien espera que el ministro de Interior o el director de la Guardia Civil no condenen públicamente la tortura? Lo hacen cada vez que les llega un informe internacional poniendo en cuestión el sistema de detención en el Reino de España; lo hacen porque saben que, en estos casos, el silencio sería interpretado como una aterradora confesión.

La sociedad vasca no permanece en silencio ante estas situaciones, y cada vez les cuesta más que la ciudadanía española permanezca sorda a esos gritos. Por eso pretenden imponer un oscuro velo sobre denuncias tan atronadoras. Para ello cuentan, por supuesto, con quienes comen de su mano. No nos engañemos. Escuchemos el rumor de ese silencio.

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