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La diócesis de Donostia ultima la instrucción de la causa de canonización de José María Arizmendiarrieta

La diócesis de Donostia ultima la instrucción de la causa de canonización de José María Arizmendiarrieta, fundador del movimiento cooperativo de Arrasate. La previsión es que la tramitación concluya al inicio de este año y sea elevada entonces a la Santa Sede.

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Agustín GOIKOETXEA

La causa de canonización del presbítero José María Arizmendiarrieta Madariaga (1915-1976) ha entrado en su recta final, en lo que se refiera a la instrucción en la propia diócesis guipuzcoana, según informa esta institución religiosa. Será en los primeros meses de 2009 cuando finalice una tramitación que abrió, con una celebración solemne en el seminario donostiarra, el obispo Juan María Uriarte en marzo de 2006 a instancia de Caja Laboral y con el nihil obstat -no existe impedimento- de la Santa Sede. Una vez celebrado el acto de clausura, se procederá a la entrega de las actas a la Congregación vaticana para la Causa de los Santos, de la que es prefecto por mandato de Benedicto XVI el cardenal italiano Angelo Amato.

El proceso para canonizar al sacerdote impulsor del movimiento cooperativista en Arrasate comenzó hace algo más de dos años y medio con la constitución de un tribunal eclesiástico encargado de investigar y recabar testimonios que acrediten que este cura, nacido el 22 de abril de 1915 en la anteiglesia markinarra de Barinaga y que murió en Arrasate el 29 de noviembre de 1976, merece subir a los altares. El mayor «handicap» radica en acreditar, al menos, un milagro del ideólogo del actual grupo Mondragón.

Así, en estos años han comparecido ante el tribunal alrededor de medio centenar de personas que conocieron al que fue durante 35 años coadjuntor de la parroquia arrasatearra de San Juan Bautista. El comité encargado de analizar «la vida, virtudes y fama de santidad» de Arizmendiarrieta entregará en los próximos meses al todavía prelado de Donostia un informe con los testimonios recopilados, que Uriarte enviará a Roma.

La iniciativa de promulgar la canonización del fundador del grupo Mondragón se remonta nueve años atrás, en 1999, cuando uno de los impulsores del movimiento cooperativo, José María Ormaetxea, lo inició. Entonces, promovieron una encuesta entre 23 personas que conocieron en profundidad a este cura con brillantes estrategias económicas y fuertes sensibilidades. En la apertura del proceso, en marzo de 2006, Uriarte reconoció que comenzaba «un itinerario delicado, en el que el obispo, los jueces, los testigos, los promotores y la postuladora habremos de proceder con toda limpidez, buscando discernir la voluntad de Dios respecto al reconocimiento eclesial público de las virtudes de nuestro querido don José María».

Años de trabajo antes del nihil Obstat

Ormaetxea y Alfonso Gorroñogoitia, otro de los fundadores del entramado cooperativista de Debagoiena, trabajaron en la sombra para que la causa de la canonización se abriera camino. Así, antes de que el Obispado la apadrinara, llevaron a cabo diferentes informes y contactos para que el Vaticano diera luz verde a la apertura del procedimiento a partir del nihil obstat de la Congregación para la Causa de los Santos.

Entre las reflexiones que se atribuyen al que fue coadjuntor de la parroquia de San Juan Bautista desde febrero de 1941 está una que decía que aquellos «que optan por hacer historia y cambiar por sí mismos el curso de los acontecimientos llevan ventaja sobre quienes deciden esperar pasivamente los resultados del cambio». Así, a los dos años de residir en una villa que sufría las consecuencias de la guerra iniciada en 1936, creó la Escuela Profesional en una aula en precarias condiciones de la Escuela Biteri, que dio paso en 1963 a la actual Escuela Politécnica y a Mondragón Unibertsitatea.

Antes, en 1956, algunos de los alumnos del primer centro junto con el sacerdote a quien se quiere beatificar conformaron Ulgor, la primera cooperativa, luego llegarían con el paso de los años Fagor, MCC y Caja Laboral. José María Arizmendiarrieta -que puede ser el primer cura de la diócesis de Donostia al que se abre un proceso de beatificación y canonización- teorizó sobre la empresa y su reforma basada por la Teoría Social de la Iglesia, sin tener entre sus objetivos crear cooperativas, sino los de concienciar sobre la necesidad de participación de las personas en las organizaciones. Aunque algunos vaticinaron su fracaso, el movimiento cooperativo vasco es hoy una realidad gracias a él y a miles de personas que con su ideas y trabajo lo fraguaron en el pasado.

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