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PATAGONIA Fitz Roy

Segunda solitaria a la Supercanaleta

El estadounidense Colin Haley escala en solitario una de las clásicas del Fitz Roy (MD+, 6a, 90º, 1.600 m) en 14 horas. Se trata de la novena ascensión que se realiza a esa montaña en dicho estilo.

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Andoni ARABAOLAZA

Colin Haley se está convirtiendo últimamente en uno de los alpinistas más prolíficos en Patagonia. Con la de este año, el estadounidense ha realizado cinco viajes a los macizos del Cerro Torre y el Fitz Roy, y en las últimas tres visitas ha sido protagonista de alguna de las mejores actividades. Lo recordamos. Hace dos temporadas, junto a Kelly Cordes, firmaba la primera a la Marsigny-Parkin con la conexión a la cara oeste del Cerro Torre. Durante la pasada, se llevaba con Rolando Garibotti la primera de la travesía de las puntas del macizo del Cerrro Torre. Y hace escasas fechas, una clásica del Fitz Roy, la Supercanaleta de la cara oeste en solitario.

Son muy pocos, ocho alpinistas en concreto (uno, Dean Potter, por partida doble), los que hasta el día de hoy han escalado el Fitz Roy en solitario. El primero fue el gran Renato Casarotto, quien firmó el Pilar Goretta en 1979. Y el último, Haley, con la Supercanaleta. No es la primera vez que se escala dicha ruta sin compañía; Potter fue el primero que se la embolsó hace seis años en un tiempo espectacular: base-cima en únicamente seis horas y media.

Antes de esta actividad en solitario, Haley, en las pocas jornadas de buen tiempo, escaló junto a Garibotti la The Care Bear Traverse o travesía que une las puntas Guillamet, Mermoz y Fitz Roy. Pero, como suele ser habitual en el guión del estadounidense, los retos nuevos son los que lo empujan a seguir viajando a las paredes patagónicas. Y, en cierto modo, queriendo romper con la línea que llevaba hasta ahora, se lanzó a por una escalada en solitario. Como nos informa, por muchas razones: «Durante mi estancia ha hecho muy mal tiempo. Podría asegurar que no he podido degustar de más de tres días de buen tiempo. Además, he arrastrado una infección respiratoria. Así, antes de pillar el vuelo de vuelta, entró una pequeña ventana de buen tiempo. No tenía nada en solo en Patagonia, y quería intentar algo. Y me fui a la Supercanaleta que era la opción más obvia. Larga (1.600 metros), clásica, difícil en solitario, pero la conocía cuando subí el año pasado con Maxime Turgeon».

En 14 horas

Este joven talento ya estaba preparado para su aventura: una línea alpina de 1.600 metros y de MD+ (6a y 90º, según condiciones). El pasado día 7, hacia las 3.10, sale del Glaciar del Torre. Va lento y nieva ligeramente. Sube las primeras pendientes en nieve fresca y llega hasta el Filo del Hombre Sentado.

El corredor lo encuentra con unas dificultades de AI3. Llega ya al bloque empotrado, donde comienza la salsa. «Ya estaba un poco cansado, y me di un respiro para tomar algo. Para esta actividad me llevé una cuerda de 60 metros (7,5 mm), 8 fisureros, 1 tornillo de hielo, 8 camalots, 3 pitones y algunos mosquetones. Hice una tirada delicada sin guantes, ¡menudo frío! Las zonas más tiesas de hielo estaban en pobres condiciones, pero no eran difíciles. Además, me llevé un mal trago al encontrarme el cadáver de un alpinista belga. Me sentí mal y casi movité», relata.

Deja detrás el couloir, las zonas mixtas, la zona delicada antes de cruzar con la ruta californiana... y ya por delante tiene que lidiar con las secciones de roca. Las supera con el único contratiempo de que en alguna ocasión se le enganchó la cuerda, y para las 20.30 de la tarde pisaba la cima; eso sí, ya sin agua ni comida, y totalmente agotado. En total, Haley se `comió' 2.600 metros desde el campo del glaciar y escaló la vía en 14 horas.

Una vez en la cumbre, primera reflexión: «Aunque he estado en muchos lugares más remotos, nunca me había sentido tan solo en la cima del Fitz Roy». Por delante, tenía el descenso conocido, y es que iba a bajar por otra de las clásicas del Fitz Roy, la franco-argentina: «Ya había rapelado varias veces esta vía, y me sentí aliviado por conocerla. Bajé suelto al principio, ya que no me quería perder las últimas luces del día. Pasé unos 45 minutos en la Brecha de los Italianos buscando unas cuerdas fijas. Ya estaba muy cansado, y en cada rápel pasaba el doble de tiempo. Creo que hacia las 2.00 de la mañana llegué al glaciar. 9 horas más deambulando y tropezándome por el glaciar. Cada 20 minutos me paraba y me sentaba en la mochila con sueño y escalofríos. En comparación con las actividades realizadas con Kelly y Rolo en estas dos últimas temporadas, ésta ha sido la más fácil. Eso sí, mucha tensión e intensidad por escalar en solo, con un tiempo y condiciones mediocres».

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