No es ninguna novedad decir que los partidos mañaneros nunca le han sentado bien al Baskonia. El de ayer no fue una excepción. La duodécima victoria consecutiva, ahí es nada, llegó tras un feo choque en el que los gasteiztarras pasaron más apuros de los esperados ante el ViveMenorca.

Los de Dusko Ivanovic salieron fríos y cayeron en la trampa defensiva que les tenía preparada el técnico del conjunto ba- lear, Ricard Casas. El catalán, consciente de las carencias ofensivas de su equipo, quiso revolver el partido mezclando defensas y creando así desbarajustes en la zaga baskonista. Un espectacular Jeter y una falta técnica pitada contra el banquillo baskonista hicieron el resto para que los baleares se fueran con una ligera ventaja en el marcador tras el primer cuarto.

Pero la reacción no tardó en llegar. El equipo local se puso el mono de trabajo que tanto le gusta a Ivanovic, cerró mejor los rebotes, se atrevió a jugar en estático, se anticipó menos, y jugó con más velocidad. El parcial de 27-11 que endosaron a los menorquines habla por sí solo de la estrecha relación entre dos conceptos como trabajo y resultado.

Pero el Menorca, tras haberse visto por delante en el marcador, no quería irse con las manos vacías. Los de Casas volvieron a variar todas las zonas posibles para desquiciar de nuevo a un Baskonia que no conseguía obtener la ayuda deseada de jugadores como Teletovic, Vidal o San Emeterio.

El gran acierto de Mario Stojic acercó al Menorca a 6 puntos de los gasteiztarras. Ivanovic pidió entonces carácter y valentía a sus jugadores. Quería ver sobre la cancha a los mismos luchadores que minutos atrás, en el segundo cuarto, desplegaron ese juego tan sólido. Los jugadores quisieron complacer a su «amo» y el resto vino rodado. 78-66, y el Tau suma y sigue.