CRÍTICA Cine
«El truco del manco» La ciudad inaccesible
Mikel INSAUSTI
El británico Mike Leigh es a veces como un dios cruel e inmisericorde que se ensaña con sus pobres personajes, que bastante tienen ya con pertenecer a una clase explotada. A los perdedores de Santiago A. Zannou les pasa algo parecido, pero con la diferencia de que se tienen los unos a los otros, de que no están solos frente a la adversidad. Es muy importante no perder nunca los valores solidarios, ni incluso en la peor de las situaciones porque, por muy dura que sea la marginalidad, no debe acabar nunca con el instinto de superación que agrupa a los más débiles. Los chicos del barrio periférico de “El truco del manco” rapean para expresar su protesta y trampean para sobrevivir en medio de un ambiente delictivo, conjugando de una forma vital las dos caras de arte y negocio que tiene el funcionamiento creativo dentro del sistema capitalista, más aún cuando se está en la base de la pirámide y toca tener que soportar todo el peso.
La mejor y más poderosa imagen de “El truco del manco” es la de cierre, con un apaleado Ovono Candela cargando sobre sus espaldas de inmigrante a su mejor amigo y socio de desventuras, ese disminuido físico al que El Langui presta su identidad de joven demasiado acostumbrado a estrellarse contra las barreras arquitectónicas y la falta de accesibilidad urbana. No es un final tan pesimista como pudiera parecer a simple vista, porque la amistad maltrecha, pero insobornable, triunfa sobre toda la violencia y las humillaciones que los dos protagonistas son capaces de soportar. El mayor acierto del debutante Santiago A. Zannou es no utilizar a actores profesionales, y que El Langui se interprete a sí mismo, ya que es alguien que tiene una historia que contar. Las escenas en que, con medio cuerpo paralizado, trata de meterse en la bañera o se arrastra materialmente escaleras abajo, resultan ejemplares en su planteamiento nada maniqueo. Bastan para entender las razones por las cuales este payo agitanado se expresa a gritos y casi siempre está peleado con el mundo.