La 22ª edición del Festival Internacional de Programas Audiovisuales de Biarritz está llegando a su fin. Es el último certamen presidido por Caroline Huppert pero, sobre todo, el último que tendrá como delegado general a Pierre-Henri Deleau. Los últimos veintidós años, tanto en sus primeros años en Cannes como después de su traslado a Biarritz, Delau ha compartido sus flechazos con los espectadores y los directores de las televisiones internacionales. Flechazos que han hecho que docu- mentales y ficciones de difícil difusión hayan podido darse a conocer. Deleau deja el festival con la «frustración de no haber conseguido que la televisión pública francesa compre producciones de otros países. Vienen los italianos y compran producciones chinas, vienen los belgas y compran producciones rusas, pero la televisión francesa no compra nada que no sea producido en Francia».

Estos días, varias voces entre los productores y los periodistas se alzaban en FIPA para decir que con la nueva legislación y la supresión de la publicidad esto cambiaría. Pero las declaraciones que hizo ayer el presidente de France Télévisions, Patrice Duhamel, dejan prever una política que no cambiará mucho respecto a la anterior. Ante la afirmación de que tan solo el diez por ciento de los programas premiados durante el festival de Biarritz han sido comprados por la televisión pública francesa Duhamel obvió el tema y explicó que su ente realizaba programas de calidad, y enumeró los programas presentes en la actual edición.

Tanto si las producciones traídas a Biarritz son compradas por los canales televisivos como si no, lo cierto es que el público, que cada vez acude en mayor número al certamen, comparte los flechazos de Deleau. Pasiones que se comparten en mayor o menor medida pero que no dejan impasible a nadie. Es posible entrar en cualquier sala sin saber lo que habrá y si ofrecerá al espectador algo inesperado.

Es el caso de dos documentales que en sus títulos dicen hablarnos de artistas pero muestran una visión social que va mucho más allá de lo que deja suponer el título. Son la alemana «Wagners Meistersänger, Hitlers Siegfried» y la senegalesa «Le Peintre paysan». Una nos habla sobre un tenor que fue conocido en la época en la que el partido nacional-demócrata de la cruz gamada estaba en el poder en el Estado germano y, la otra, sobre un pintor que hace cuadros sobre cristal en Senegal.

«El tenor de Hitler»

«Max Lorenz es uno de los mayores tenores de Wagner de todos los tiempos, pero hoy en día está casi totalmente olvidado», explicó el director del documental Eric Schulz. Lorenz ha sido denominado como «el tenor de Hitler» porque consiguió su mayor éxito en la época en la que los nazis estaban en el poder. El director explicaba con estas palabras la razón del desconocimiento del tenor: «Entre 1933 y 1945 fue la época más alta de su carrera. Es un periodo que la mayoría de los alemanes quieren olvidar. Esto incluye a personas como Lorenz».

A través de la vida del artista y de sus diferentes actuaciones, el documental muestra la sociedad de la época, tal y como lo declaró el realizador: «Desde el punto de vista de un artista vemos la sociedad de los nazis de la época». Una sociedad llena de contradicciones ya que aunque Max Lorenz ha sido tachado por ser «el tenor de los nazis», estaba casado con una mujer judía y era homosexual. Incluso fue detenido por ello. El documental muestra que el peligro de la situación que vivió durante los años de poder de Hitler.

En realidad, tanto él como su mujer conservaron la vida gracias a la familia Wagner y al hecho de que el Führer era un amante del arte. «No se habla del amor de Hitler por el arte, porque es difícil imaginar que una persona que ha cometido tantos actos horribles también pueda sentir una fascinación por la cultura», afirmó Eric Schulz. El director añadió: «Creo que hoy en día es el momento de acercarse objetivamente a esa época».

«Le Peintre paysan»

«En esta película cuento tanto la pintura como la historia», explicó su director Ibrahima Sarr. El documental «Le Peintre paysan» presenta las obras y las opiniones del pintor conocido internacionalmente Mor Gueye. El artista habla de sus obras y de las mujeres, ya que se le conoce también con el sobrenombre de «pintor de mujeres». Gueye explica las razones de esta elección en muchas de sus pinturas, por una parte declara que «los cuadros de mujeres son más rentables porque se venden más». Pero, más allá, el pintor describe su visión de las mujeres que explica la profundidad de sus obras: «Las mujeres trabajan más que los hombres. Cuando dibujas a una mujer quieres que esté perfecta».

El director afirmó que, «si Senegal es conocido en el extranjero, es gracias a los artistas que muestran esta realidad». Una idea que se muestra también durante el documental en boca del protagonista. Gueye también hace una lectura social y política de la sociedad senegalesa actual, habla de los políticos que «son insignificantes ante la historia» y hace un llamamiento a compartir y a la solidaridad.