Francisco Larrauri Psicólogo
Detenciones de madrugada y principios democráticos
Con las detenciones de madrugada -se desternillan de risa con la condena de la violencia- por las similitudes con partidos ilegalizados, ponen de manifiesto que les preocupa que los que se aglutinan por la independencia de Euskal Herria no han dejado de existir
Las detenciones de madrugada de ciudadanos vascos ordenadas por el estado español vía diferentes jueces obedece a una planificación cuidadosamente elaborada, entre otras cosas, para que la izquierda abertzale participe en la censura previa de su propio proyecto político, pero como el poder policial o judicial no puede confundirse con poder moral, la actividad subversiva de la política española siempre tendrá en Euskal Herria una opción socio-política a la que enfrentarse. En los años ochenta el futuro para llegar a la política pasaba por repartir abrazos y caer simpático, ahora lo ideal es saber hacer la genuflexión, seguir la cuerda y no preguntar ni cuestionar ninguna decisión real o, lo que es lo mismo, con pocos escrúpulos y muchas tragaderas. Ante la fragilidad del momento, déjenme que les diga que todo se me parece biológicamente y socialmente a los cinco últimos años del generalísimo. El proyecto político que no acepte los principios será castigado, como en los tiempos de Franco, con exclusión y detenciones arbitrarias. Estamos asistiendo al momento más florido de los manejos de generales y funcionarios serviles que se desviven para ofrecer al máximo jefe una política de plaza de Oriente y silenciar con los fondos reservados del Estado todo lo que pueda molestar. Se trata de arrancar la autocensura social con la ayuda de las notas policiales como única noticia. Estos son los elementos que configuran la biosfera política de estas viejas instituciones que quieren garantizar al estilo israelí, una guerra total para que pensemos y nos veamos solo como víctimas. Sin embargo el compromiso y la resistencia han sido deletreados con innumerables ejemplos para que sean comprendidos por todos.
La historia no puede estar constreñida por ideas preconcebidas de reyes ni albaceas, y cuando se proyecta la transición española sin progreso ético, todo se convierte en un naciente retroceso democrático que genera nuevos abusos con la dejación de todos los líderes políticos, vascos también.
La excusa filosófica para el aniquilamiento de los derechos civiles y el enfrentamiento será, por su eficacia práctica, el debate moral ficticio sobre la violencia -la cínica y conocida condena de la violencia-. No se cansan de repetir que todo es defendible con palabras, pero exigen con el juramento de la constitución española el respeto al uso de la violencia de las fuerzas armadas y, lo que es más importante, confían sobre todo en los incentivos institucionales para inducir a abandonar las legítimas aspiraciones de la gente de la calle que, como pueblo, quiere decidir por ella misma. Ése es el verdadero valor de las subvenciones y el auténtico espíritu de esa democracia. La imagen de gobernantes y políticos creíbles con dedicación a la verdad ya no es creíble, por lo que no es extraño encontrar a miles de ciudadanos que sientan menos afinidad con esos funcionarios bien planchados que con un prisionero vasco perseguido y torturado en el río.
Ahora, para el 1 de marzo, toca a los ciudadanos de a pie disipar las dudas de credibilidad y escapar de la mundana realidad de los actuales gobernantes. No es ni puede ser un fraude, por eso, cuando un grupo de personas se reúnen y se agrupan contra las restricciones impuestas por el Gobierno español, estamos, digámoslo alto y claro, frente a una forma de lucha muy prudente, esa forma, en que dicen se puede defender todo precisamente con palabras, guiados por la razón y el cálculo de la paz, pero esa imagen tan válida hoy como ayer en Irlanda o Sudáfrica y que pregonan vehemente para Colombia, Palestina y medio mundo, aquí no la pueden soportar.
Con las detenciones de madrugada -se desternillan de risa con la condena de la violencia- por las similitudes con partidos ilegalizados, ponen de manifiesto que les preocupa que los que se aglutinan por la independencia de Euskal Herria no han dejado de existir y, como tampoco van a desvanecerse en el horizonte, para los gobiernos españoles con leyes, lealtades, temores y odios arraigados en el pasado, esta acumulación de personas y de fuerzas en torno al soberanismo de Euskal Herria es vista como una acumulación de armas biológicas capaces de despertar a un vecindario autonómico expectante.
En definitiva, que nadie espere que una población sometida a las planificaciones estratégicas y a privaciones políticas responda con apatía. El espíritu y la cohesión también cuentan.